miércoles, 6 de marzo de 2024

"Caza de brujas" ( de vetos, teatro y otras cuestiones)


 Soy mucho de creer en la causalidad, pero también en la casualidad. Algo de eso tiene que ser cuando en los mismos  días comienzo un nuevo montaje con mi grupo de teatro Unicornio, Las brujas de Salem,  y recibo la noticia del veto de los regidores de la Cooperativa Covibar, respecto a poder seguir llevando a cabo proyectos, presentaciones, y otros eventos en el Centro Social de Covibar, mi "casa cultural" desde hace décadas.

En la lectura de mesa del nuevo texto teatral de Unicornio se fueron desgranando personajes cuyo retrato no se aleja de muchos de los que conozco: personas ignorantes unas, interesados otros , que usan el poder y la mentira para llevar a cabo sus fines torticeros.

Las brujas de Salem es una crítica de su autor, Arthur Miller, partir de los hechos que rodearon los juicios de brujas de Salem, Massachusetts, en 1692. El autor escribió una alegoría de la fiebre persecutoria y represión macartista de los años 50, en la que se vieron sometidos personas de la cultura , de los que sospechaba afines al comunismo.

Lo peor de estas actitudes no es quien lo lleva a cabo, sino la desidia y la permisividad que aquellos que viéndolo injusto, dejan que personas buenas y justas sufran una persecución o un castigo que no se merecen.

No me voy a comparar a los damnificados por el macartismo, pero sí que hay un parangón en la falta de empatía, de decencia y en el exceso y abuso de poder, un poder que se concede a los mediocres, o que se obtiene por medios muy retorcidos, con nocturnidad y alevosía, o aprovechando el confinamiento por una pandemia mundial.

 En Salem, en 1692 ahorcaron a una importante cantidad de inocente. Ahora  la soga son las mentiras, los abusos y la injusticia.

El macartismo cayó, siempre termina cayendo aquello que se lleva a cabo con fines espúreos, aunque haya de pasar tiempo, pero mientras, ¡Dios nos libre de los mediocres vengativos con una pizca de poder!


sábado, 3 de febrero de 2024

Son mis principios, y no tengo otros


Decía Larra que escribir en España era llorar. En estos momentos no solo escribir, sino defender unos principios que nos hace humanos, defender la verdad que nos permite convivir, defender la empatía con el  otro, en ocasiones hace que, aunque sea de una manera simbólica, se te salten las lágrimas.

En el fondo subyace la pérdida de valores tales como la solidaridad, la igualdad y la justicia, nublados bajo el lema de “ande yo caliente y ríase la gente”. El caldo de cultivo de la falta de formación, de la ignorancia democrática, de la educación para la ciudadanía comporta que cuando llega el momento de acudir a las urnas el resultado sea el que ahora vemos. Aferrados a un pensamiento único, que es el mismo cántico de la selección de fútbol: “soy español, español, español…”, que empuja a otro hacia el abismo de la inutilidad y la descalificación, en una época, no me cansaré de decirlo, queridos lectores, en unos momentos en los que más necesitamos la unidad.


Quiero ser optimista y pensar que de esta triste experiencia podremos encontrar una solución que frene, de una vez por todas, esta ola que lame las playas de los derechos sociales, que podemos perder si no somos capaces los progresistas de hacer una barrera democrática y obligar a quienes quieren acabar con el estado social a moderarse.


La democracia es como un diamante, dura y frágil  al mismo tiempo. Un arma que en buenas manos es capaz de hacer progresar a los pueblos, pero que también permite que en su nombre  o que desde su tribuna se insulte y se lancen falsedades, o que se falte al honor en conciliábulos callejeros, aunque  no se debiera consentir, ni siquiera en aras de la tan traída y lleva libertad de expresión.


Ahora, más que nunca necesitamos que la sociedad civil tome protagonismo, siendo el caldo de cultivo de donde han de emerger de nuevo los valores del consenso y del pacto social. Dejar al albur de los que suceda cada cuatro años conlleva un alto riesgo, véase el ejemplo de lo que está sucediendo, sobre todo en torno a los colectivos vulnerables.

Nunca fue más difícil que ahora ser fieles a esos valores y principios, pero si no los defendemos nosotros, los que creemos en ellos como camino de vida,  ¿quién queda?

Sed  felices.

miércoles, 10 de enero de 2024

SOLTAR LASTRE

 Hubo una época en la que escribía todos los días en esta bitácora que ya va a cumplir catorce años. Puedo decir que fue la puerta para intentar proyectos de más envergadura, que me han llevado a día de hoy a publicar doce libros, tanto de poesía como de narrativa, además de varias incursiones en la dramaturgia.

Casi todo me provocaba a reflexionar, a pensar, a expresar aquello que sentía, aquello que me emocionaba, y que surgía de muchas circunstancias, alegres unas, y de pérdida otra. Había veces que las palabras me brotaban con gran facilidad, sin apenas buscarlas.

Al cabo del tiempo me doy cuenta de que he perdido esa capacidad de dejarme llevar, de buscar en la escritura aquello que me parecía tan necesario para seguir caminando. Creo que estos tiempos tan llenos de cinismo, de mentiras y de intereses me ha vuelto  una persona mucho más escéptica respecto al género humano.

Siempre he sido una mujer optimista, positiva, y mi mayor impulso vital ha sido trabajar para mejorar la vida de los míos y, también, de esta sociedad en la que me ha tocado vivir. Sin embargo, cada día me voy dando cuenta de que muchos de esos valores que me han sostenido ni se tienen en cuenta ni, por supuesto, se agradecen.

Como tantas personas, sobre todo aquellas que tomamos la decisión de ser emprendedoras, he tenido económicamente momentos mejores y peores, aunque nunca me ha faltado para vivir bien. Por eso, por mero agradecimiento, siempre he pensado que tenía la obligación moral de trabajar por quienes no habían tenido la misma fortuna que yo... 

Pero ahora, a estas alturas de la película, me he dado cuenta de que estaba confundida. La lealtad, la voluntad de mejorar, la valoración del mérito del trabajo bien hecho, no se tiene en cuenta, frente a los intereses de quienes han hecho de su propio ombligo el centro de su interés.

He de desprenderme de este lastre que me sujeta, que me bloquea la imaginación y me impide volver a tener el alma abierta para sentir, para emocionarme... Para volver a encontrar en la palabra el sentido de mi vida.

Y lo haré... Seguro.

martes, 26 de diciembre de 2023

RELATOS EN LA LÍNEA 9


 Suelo viajar bastante en la línea 9 de metro de Madrid, conocida en su tramo desde Puerta de Arganda a Arganda del Rey por su nefasto servicio, sobre todo por la mala frecuencia de los trenes.

En esos períodos de tiempo  escribo estas pequeñas reflexiones, o microcuentos, que me hacen más llevadera la espera.

 

     "Todos los días, cuando regresaba, se lo encontraba con su acordeón. Le gustaba su música, con ecos de tango y melancolía. Nunca le dio ni un euro. Pero aquella tarde no le vio. Sin saber por qué, se sintió culpable...

 

    "Apenas les separan tres centímetros y, sin embargo, desconocen su nombre y su tarea, no saben cuáles son sus sueños. Apenas cabe una mano entre ellos y son ajenos a sus vidas que, seguramente, no volverán a encontrarse, en ese espacio contiguo, de un vagón de metro”.


    “El vagón de metro es como un enorme intestino que al finalizar  el día  digiere las esperanzas, las desilusiones y el cansancio de todos, para reclamar su parte al amanecer”.


    "El vagón de metro le recuerda al limbo, ese lugar desubicado en donde nadie quiere quedarse, y en el que las almas vagan unidas a sus cuerpos por los cables casi umbilicales de unos auriculares".


     “Tras años de investigación y de dinero invertido en la misma, el Consejo de filólogos llegó por fin a una conclusión: el idioma de imposible comprensión usado en la megafonía del metro  de Madrid era ¡élfico!”.

 

    “Ella bajaba y el subía por la escalera mecánica contraria. Durante un instante casi eterno sus miradas se cruzaron. Fue solo un instante, solo un instante, para siempre”.

    "Piden limosna, exhiben unos carnés desconocidos con los que dar fe de sus penurias. Sus pieles son oscuras o claras, sus ropas ajadas, sus ojos cansados, sus pies se arrastran de vagón en vagón. Voces que chocan con un muro sordo que rodea a quienes ya tienen callo creado por un trabajo precario, deudas en la cartera y poco dormir".

jueves, 7 de diciembre de 2023

De Papá Noel, Reyes Magos y comercio de barrio

Voy a aprovechar la oportunidad  que da tener este espacio para hacer una confesión: no me gusta Papá Noel.

Al decir que no me gusta, es que no me gusta, ni el personaje, ni el que traiga regalos. Ya, ya sé el clásico argumento de que de esa manera los niños y niñas tienen más tiempo para jugar con los juguetes que se  les pone al pie del árbol, pero es que ante los tiernos infantes e infantas se abre todo un año nuevo para jugar. Además, raro es el hogar pudiente (dícese de tener capacidad económica) que no vuelve a poner más regalos el día de los Reyes Magos.

Bien, pues aparte de ese detalle, entiendo que Papá Noel carece del encanto de los de Oriente, y si no, probad a ponerle en el Nacimiento, al lado de los pastores, junto al hombre que hace gachas, o guiando los pavos… Pues como que no. Si queremos añadir al escenario de Belén el trineo con los renos, pues ya apaga y vete. Es que Papá Noel es un producto importado, como los burgers o Halloween, a pesar de que nos parezca que lleva toda la vida entre nosotros, quizá no llegue la tradición en España a más de medio siglo.

No digo que no sea emotivo pensar en ese regordete abuelo de luengas barbas blancas, residente en el Polo Norte,  repartiendo a diestro y siniestro regalos la noche de Navidad, pero nada que ver con nuestros tres Reyes y su prestancia. ¿Alguien se imagina (y vuelvo a las comparaciones) a Papá Noel en un cuadro como la Adoración de los Magos de Rubens? A que no. Naturalmente, quedaría grotesco. De hecho, no sé si hay ninguna obra de arte que incluya al carmesí personaje, sobre todo porque esa vestimenta no corresponde al original, sino a una representación que la compañía con más ventas de refrescos de cola popularizó en los años 30 del siglo pasado. Es la transformación de San Nicolás, cuya fiesta ha sido el 6 de diciembre y que en muchos países europeos lleva regalos a los niños y niñas.

De niña nunca tuve regalos de Papá Noel (lo veíamos sólo en la películas de Walt Disney), y siendo ya madre tampoco al principio, me resistía al intrusismo. Pero la presión llegó a ser tan grande que terminé cediendo, como en tantas cosas, que sin querer pero que por la fuerza del grupo acabas entrando por el aro, aunque solo fuera poniendo un “detalle” la noche de Nochebuena.

Bien, pues hecha esta confesión que sé que no todos ni todas compartiréis, me pongo seria y bajo a la realidad. No soy quién para indicar el gasto de nadie estas Fiestas, pero sí quiero haceros, humildemente, una sugerencia: decid a Papá Noel, decid a los Reyes Magos que vuestras cartas pedirán regalos que se pueden comprar en el comercio de proximidad  de vuestra ciudad, que hace barrio, que hace ciudad.

No hace falta un gran gasto, pero seguro que vuestras comidas y cenas os sabrán mejor si sobre la mesa, aunque solo haya seis comensales, hay alimentos comprados en esas tiendas que han estado al pie del cañón día a día para que no nos faltara lo esencial en épocas no tan lejanas.

“Echémonos” como sociedad la solidaridad de estar cerca de aquellos que nos necesitan. Antes de buscar en las grandes plataformas de venta on-line (ya, ya sé que son muy cómodas y tienen de todo), pensad si el pequeño comercio del barrio puede responder a vuestras necesidades: seguro que si os acercáis a él, os sorprenderá con su cercanía y su profesionalidad. Pensad que detrás de cada mostrador hay familias que necesitan poner regalos al pie de su árbol, también.

Porque las Fiestas han de ser felices para todos y todas.

 

 

martes, 28 de noviembre de 2023

El primer insulto, la última puñalada

 

 Las cifras son escalofriantes. La violencia machista sigue segando vidas con su guadaña, sin ninguna misericordia, mientras que en lugares de este país en el que se mata a las mujeres por el hecho de ser mujeres, se retiran las políticas contra la violencia de género. Sin duda la responsabilidad de las administraciones es grande, pero también la de educar en los entornos familiares, así como la de enseñar tolerancia O a las niñas y adolescentes. 

No existe amor que falte al respeto. Primero será el insulto y, tras años de agresiones verbales o físicas, en ocasiones, como estamos viendo se acaba con la muerte. Por eso no hay que permitir ni siquiera el primer comentario que falte a la dignidad.

Algunas mujeres podemos pensar que ciertos comportamientos en la pareja simplemente son consecuencia de una conducta producida por el estrés, cansancio, o, incluso, en un extraño síndrome de Estocolmo, pensar que esa violencia ya sea física o verbal está producida por la propia conducta, e intentemos ser nosotras las que evitemos como sea provocar la reacción violenta. Esto puede llegar a cuestiones tan dramáticas como la que me contaba, hace años, una conocida que sabía que la mejor manera de que su marido no la agrediera era seducirle y tener sexo con él. Ella misma se tildaba de "puta", porque, aún asqueándola que la tocara, temía más aún los golpes.

Sé que no es fácil, sé que incluso, a veces, avergüenza señalar a quien comparte tu vida, es el padre de tus hijos, como un maltratador, Pero, precisamente por eso, por los hijos que merecen una vida lejos de la violencia, y sobre todo por una misma: no podemos ni debemos consentir ni un solo insulto, ni un solos gesto vejatorio.

Entre todo acabaremos, sí con la violencia machista, pero mientras siguen cayendo inocentes...


domingo, 12 de noviembre de 2023

Posverdad, carcoma de la sociedad

 Es domingo y luce un sol espléndido. 

Soy una mujer de otoño e invierno, creo que ya lo he dicho en alguno de mis anteriores post, porque la naturaleza ofrece sus mejores colores o se va remansando esperando la próxima primavera.

No obstante, corren malos tiempos para la lírica, que diría aquel. Tanta bronca, tanta palabra gruesa, tanta mentira enturbia una época que debería ser de sosiego, víspera de ese tiempo, apenas dentro de un mes, que llamamos Navidad,

 Sin embargo nos vemos atacados por fenómenos violentos que sin ser nuevos han llegado en estos días a sus últimas consecuencias, alentados por lo que se ha convertido en la carcoma de esta sociedad y arma de aquellos que se han instalado en la más radical de las posiciones : la POSVERDAD.

La posverdad, un fenómeno en el cual las emociones y creencias personales tienen más influencia en la opinión pública que los hechos objetivos, plantea desafíos significativos para la sociedad contemporánea. Su impacto negativo se manifiesta en la erosión de la verdad objetiva y la confianza en las instituciones. En un entorno saturado de información, la posverdad favorece la propagación de desinformación y teorías de conspiración, creando un terreno fértil para la polarización y la desconfianza.

Además, la posverdad  está ya socavando la calidad del debate público y la toma de decisiones contrastadas. Cuando las emociones y percepciones subjetivas pesan más que los datos verificables, se corre el riesgo de adoptar políticas y acciones basadas en percepciones distorsionadas en lugar de la realidad. Esto puede tener consecuencias graves en áreas como la política, la salud pública y el medio ambiente, crear caldos de cultivo para esa nefasta especie emergente que son los negacionistas.

Basta un paseo por las redes sociales para ver cómo políticos y medios que los apoyan, sin vergüenza ni reparos, sueltan por la boca lo que luego recogen las hordas infectadas de odio y también carcomidas por la homofobia, la xenofobia y la más abyecta ideología. Sin pruebas, o lo que es peor a sabiendas que es mentira.

Duro camino para los que creemos en la libertad y en la democracia, pero sabemos que no hay otro, y seguimos adelante.

Sed felices.