domingo, 17 de diciembre de 2017

Esqueletos en los armarios

Tranquilos, mis queridos lectores, no tengo ninguna intención de que esta entrada de hoy tenga una temática más próxima al mes de noviembre. Simplemente quiero hacer una reflexión acerca de que ,en ocasiones, pensando en que conocemos a alguien, nos ha sorprendido porque guardaba algún secreto, algún "esqueleto" en su pasado.


¡Es tan difícil llegar a conocer a otro semejante! Si ni siquiera  uno mismo llega a hacerlo, a pesar de que dedique todos los años de su existencia. Yo creo que es debido, sobre todo, porque hay partes de nosotros que hemos decidido ocultarlas bajo siete llaves y no dejar que salgan a la superficie. Craso error, bajo mi punto de vista. Esos "debes" en nuestra cuenta vital nos van a seguir pasando factura, aunque sea a base de gritos mudos, hasta que los dejemos salir, los reconozcamos y bajo la luz de sol se puedan evaporar como una gota de agua.

No cabe duda que quienes nos dedicamos a este noble arte de la literatura aireamos estos secretos bajo los paraguas de la poesía, de la novela, de la palabra. Y eso, mis reconocidos lectores, no deja de ser una gran ventaja. Nuestros esqueletos se convierten en personajes y nuestros armarios en libros, y de esa amanera intentamos exorcizar tanto sentimiento secreto que pesa, y pesa mucho. Al final, aunque no siempre, conseguirnos quitarnos algo de lastre y sanarnos.

En fin, que hoy, en el domingo que abre las puertas de la Navidad, no estaría de más preguntarnos si no es buen momento para abrir el armario, lleno de la naftalina de un tiempo pasado, y decidir dar sepultura a esos "esqueletos" que, sin duda, ya llevan bastante tiempo ocultos en un pasado que pasado está.


Sed felices.

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