martes, 26 de diciembre de 2017

La luz que no cesa

Aquí me tenéis de nuevo, mis queridos lectores, superviviente a la primera fiesta, la de la Navidad, y frente a mi ventana, contemplando como el sol se abre paso tras la niebla, del mismo modo que mis pensamientos intentan hacerlo en esa maraña de cansancio y somnolencia que me invade tras el tremendo ajetreo de estos dos días.

Estoy contenta, se cumplieron mis deseos de estar bien, de no caer en la telaraña gris de la tristeza. Claro que en ello tuvieron que ver, y mucho, los miembros de mi familia. Siempre, desde que tengo memoria, la familia ha sido para mí un importante puntal, con sus luces y con sus sombras, pero es esa base sólida en la que me he apoyado, y me apoyo para seguir caminando.

Esa reflexión me vino a la cabeza la noche del 24. Éramos dieciocho a la mesa. La más pequeña Martina, con su añito recien nacido. Faltaban, sí, mis padres, a los que siempre añoro, pero era tan bello contemplar a mis hijos, a mis sobrinos, a mis nietas... En un momento sentí que el corazón se me henchía de orgullo, de amor, casi hasta reventar. Era tan hermoso ver sus caras, sus sonrisas, su luz. No sé lo que hubiera sido de mí sin ellos. Cuando me he sentido flaquear, allí estaban. Cuando era tan feliz, allí estaban... Mi familia.

Hoy, día de San Esteban, es un buen momento para dar las gracias por tener y dar la mayor de las riquezas : el amor incondicional y generoso de quienes no piden y  entregan.Deseo con todas mis fuerzas que nunca me falte, que nunca cese esa luz que me guía y me acompaña.


Sed felices

domingo, 17 de diciembre de 2017

Esqueletos en los armarios

Tranquilos, mis queridos lectores, no tengo ninguna intención de que esta entrada de hoy tenga una temática más próxima al mes de noviembre. Simplemente quiero hacer una reflexión acerca de que ,en ocasiones, pensando en que conocemos a alguien, nos ha sorprendido porque guardaba algún secreto, algún "esqueleto" en su pasado.


¡Es tan difícil llegar a conocer a otro semejante! Si ni siquiera  uno mismo llega a hacerlo, a pesar de que dedique todos los años de su existencia. Yo creo que es debido, sobre todo, porque hay partes de nosotros que hemos decidido ocultarlas bajo siete llaves y no dejar que salgan a la superficie. Craso error, bajo mi punto de vista. Esos "debes" en nuestra cuenta vital nos van a seguir pasando factura, aunque sea a base de gritos mudos, hasta que los dejemos salir, los reconozcamos y bajo la luz de sol se puedan evaporar como una gota de agua.

No cabe duda que quienes nos dedicamos a este noble arte de la literatura aireamos estos secretos bajo los paraguas de la poesía, de la novela, de la palabra. Y eso, mis reconocidos lectores, no deja de ser una gran ventaja. Nuestros esqueletos se convierten en personajes y nuestros armarios en libros, y de esa amanera intentamos exorcizar tanto sentimiento secreto que pesa, y pesa mucho. Al final, aunque no siempre, conseguirnos quitarnos algo de lastre y sanarnos.

En fin, que hoy, en el domingo que abre las puertas de la Navidad, no estaría de más preguntarnos si no es buen momento para abrir el armario, lleno de la naftalina de un tiempo pasado, y decidir dar sepultura a esos "esqueletos" que, sin duda, ya llevan bastante tiempo ocultos en un pasado que pasado está.


Sed felices.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Derechos humanos

Hoy 10 de diciembre se celebra el Día de los derechos humanos, conmemorando la fecha  de 1948 en que Naciones Unidas firmó la declaración en la que se protegía la integridad y la dignidad de las personas.

No podemos negar que no se haya avanzado en este tiempo, sobre todo en lo que ha sido el eje transversal  de la no discriminación y, fundamentalmente en occidente. Pero no cabe duda de que estos logros todavía están muy lejos de lo que sería necesario para empezar a sentirnos satisfechos.

Sabéis, mis queridos lectores, que no suelo ser pesimista, incluso cuando la realidad se me pone cuesta arriba. Pero no puedo por menos que echar de menos a mi alrededor mucho de ese espíritu que hace sesenta y nueve años inspiró dicha Declaración.

Baste darse una vuelta por las noticias para ver cuánto recorrido nos falta. Campos de refugiados a los que ya hemos dejado de mirar, hambrunas, guerras,violencia de género, terrorismo,  falta de recursos, insolidaridad. No hace falta irse muy lejos para poder constatar que en más ocasiones de las deseables (o sea ninguna) se conculcan estos derechos, y lo que es peor, en nombre de la libertad.... Trump dixit, por ejemplo.

Pero también me preocupa la alegría con que se utilizan estos derechos fundamentales por ser humanos, para usos torticeros e individuales. Cómo se usan como escudos ante situaciones que en nada tienen que ver con su vulneración, si no como justificación de unos hechos que se catalogan por sí mismos.

En fin, mis queridos lectores, que a pesar de ello hoy es un día para conmemorar y reflexionar. Para pensar qué hacemos para proteger y no vulnerar esos derechos. Debemos ir más allá de una simple fecha, que si no, simplemente, se convierte en papel mojado.

Sed felices.

domingo, 3 de diciembre de 2017

Dejarme llevar

Casi con el penúltimo mes del año he cerrado el mío propio. Poco a poco los proyectos, los eventos, las presentaciones, las actuaciones han ido deslizándose hacia ese lugar donde ya reposa lo cumplido.

Y aunque soy mujer que no gusta de regodearse en lo que no me aporta, no puedo por menos que reconocer que estoy cansada y que lo que me apetece es dejarme llevar por este tiempo y sus circunstancias.

Ya he dicho en muchas ocasiones que me gusta la Navidad. Desde pequeña siempre la he vivido como algo alegre, divertido, lleno de color, reuniones familiares y alegría. La familia para nosotros siempre ha sido muy importante, así me lo enseñaron, y en estas fiestas nos reuníamos pero de corazón, sin esas discusiones que tantas chanzas genera. También así se lo enseñé a mis hijos, y ahora ellos a mis nietas.  Por eso me refugio en estas fechas y me recuesto en ellas. A la vuelta del puente adornaremos la casa, y pensaremos en los menús, y en los regalos que unos a otros nos haremos, aunque este año me falte uno.

Mientras, me daré tiempo para encontrar de nuevo esos apoyos que me ayudarán, seguro, a seguir caminando, y entre los que estáis vosotros, mis queridos lectores. Esta vez cederé a la tentación de no resistir, de ser como esas hojas que ahora veo desde la ventana y que, mansamente, vuelan para posarse sobre la calle. Necesito dejarme llevar más allá de los pensamientos tozudos, dejarme llevar más allá de los deberes asumidos, dejarme llevar...Llevar...

Sed felices.