domingo, 12 de noviembre de 2017

Una semana

Una semana. Ya ha pasado una semana y apenas he tenido tiempo de ser consciente, más allá de los momentos de tristeza, de una tristeza que como un velo tenue me envuelve mientras estoy a mis tareas cotidianas.Todavía los ecos del consuelo revolotean a mi alrededor como pajarillos que intentan iluminar mis ojos, a los que las lágrimas ponen un barniz húmedo y tierno. Es extraño el dolor de la ausencia cuando no es daño, sino la aceptación de la vida
.

Se me agolpan los recuerdos de manera desordenada, como los niños cuando salen al patio de la escuela: algunos dando gritos, otros riendo- También los hay más grises, pero estos los espanto, como si fueran aves de mal agüero.

No soy mujer valiente, aunque lo niegue el espejo. Mi fortaleza está cosida con las misma debilidades que maldigo. Y quisiera que pasara de mí este cáliz que sé que he de apurar hasta el final, porque siempre he bebido la vida a tragos, aunque algunos lo he de hacer sin apenas respirar.

Ya una semana desde el último beso, desde la última caricia, desde el último "hasta luego", que en horas se convirtió en un "hasta siempre". Entonces el amor, siempre intemporal, quedó suspendido, como una estrella cuyo brillo  será mi guía, aunque ahora me sienta algo perdida.


PÉRDIDAS-
He perdido el brillo del charol
de mis zapatos de domingo,
y mis calcetines blancos.
He perdido el olor de la ropa planchada
el de la goma de borrar y el del pan
con chocolate.
He perdido tus manos trenzando mi pelo,
ahuyentando la fiebre,
acunando a mis hijos recién nacidos.
He perdido tu boca que decía: "mi hija",
llenándolo todo con sonrisa abierta
que me ahogaba el alma de ternura.
Me he perdido yo sin nadie
que me muestre ya el camino ,
en este laberinto ,de ser yo la primera,
ahora sin remedio.
(C) FOTO Y POEMA Elena Muñoz /2017

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