sábado, 10 de diciembre de 2016

Idiota, imbécil, estúpido: insultemos con propiedad

Somos una sociedad en  la que el insulto está a la orden del día. Bast con dar una vuelta por la redes sociales para comprobar con que facilidad protan las descalificaciones personales, así como las alusiones mal sonantes hacia los progenitores de aquellos que son el punto de mira. Mi teoría es que somos una sociedad cabreada persistentemente y que encontramos en ciertos lugares anónimos la parcela ideal para dar rienda suelta a nuestras frustraciones.

Al hilo de esto traigo a colación, mis queridos lectores, una referencia a un artículo que he leído acerca de tres insultos que aunque utilizamos como sinónimos no lo son y que me gustaría comentar con vosotros (al fin y al cabo enseñar al que no sabe no deja de ser una obra de caridad). Me refiero a idiota, imbécil y estúpido.

Idiota significa, así lo dicen los que saben de etimología,  ignorante. Parece ser que proviene del griego idiotes, que hacía referencia a aquel que ignoraba o era inexperto en algún campo. Este vocablo pasó al castellano a partir del siglo XII a través del francés.

Imbécil hacía referencia, en principio, al débil físicamente que necesitaba bastón (in baculi) para caminar. Luego por extensión pasó esa flojedad al espacio mental.

Para terminar, estúpido significa asombrado, estupefacto (se ve la misma raíz etimológica), alguien que se queda pasmado ante un hecho o una situción.

En fin, ya que somos una sociedad con el insulto fácil  por lo menos que lo sea  con propiedad y con cierto conocimiento de causa: se puede ser maleducado sin ser inculto ¿verdad?

(NOTA: este post ha sido escrito sin referencia alguna a persona o personaje. Cualquier relación con la realidad es mera coincidencia)


Sed felices.

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