sábado, 14 de mayo de 2016

De igualdades y semejanzas.

Tengo que comenzar diciendo que cuando me dispongo a compartir ciertas reflexiones a veces me asalta la duda de no ser suficiente y políticamente correcta.

Por eso quiero que se me entienda en su justa medida cuando digo que estoy convencida de que los seres humanos no somos iguales.Y no me refiero a físicamente, que eso es obvio, sino en nuestra manera de ser y de pensar.

Baste asomarse a las noticias o a las opiniones en las redes para darse cuenta de lo diferentes que somos unos y otros. Vamos, que con algunos me encuentro tan distante como lo es una cebolla de una antena parabólica.

Por eso prefiero decir que somos semejantes, es decir que en algunos casos y cosas podemos llegar a coincidir aunque sea tocándonos con la yema de los dedos. y por esas semejanzas, aunque a algunos les vengan un poco grande, todos nos merecemos un respeto y sobre todo la comprensión nacida de reconocernos en los demás.

Dice un refrán inglés que para comprender a alguien hemos de ponernos sus zapatos y recorrer el mismo camino. Creemos, opinamos y actuamos de acuerdo a nuestra experiencia propia, excepto aquellos que, por su propia inmadurez lo hacen a través de creencias, opiniones y actuaciones ajenas. Pero esto último sería objeto de otro post. Esas experiencias nos hacen ver el mundo y lo que le rodea de una manera diferente, lo que no significa que sea errónea.

No cabe duda que en algunas ocasiones cuesta mucho, mucho, mucho poder reconocer como un semejante a quienes usan la tergiversación, la mentira, el extremismo, y sobre todo la intolerancia como tarjeta de visita.
Hay que hacer un gran esfuerzo para no mandarles a...

En fin, que en estos tiempos no dejo de intentar calzarme zapatos ajenos, aunque algunos me hagan ciertas rozaduras. Todo sea por mis semejantes.

Sed felices.

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