domingo, 30 de noviembre de 2014

Morir de éxito

He de reconocer que me costó comprender la dimensión de esta expresión,  "morir de éxito", la primera vez que la escuché. Me parecía inconcebible que alguien pudiera perecer por haber conseguido, y de manera sublime, aquello que perseguía.

Al fin y la cabo, el éxito es algo que todos ambicionamos en nuestra vida- aunque haya quien lo niega-, y cuando lo obtenemos nos sentimos plenamente realizados. Entonces, ¿por qué esa situación?

Solo hay que pararse a observar. La existencia transcurre y ejemplos que van sucediendo te ilustran sobre ciertos temas, incluso sobre el que ocupa esta entrada. No me cabe duda de que sí, de que se puede morir de éxito, sobre todo cuando éste no es fruto de un esfuerzo y de una coherencia, sino de la proyección de expectativas de terceros que ven lo que quieren ver, no lo que es en realidad.

Porque el éxito es fugaz, ya lo decía los clásicos: sic transit gloria mundi- una pena que se haya dejado tan de lado el conocimiento de esta cultura, entre col y col-. Y si, además, ese éxito viene envuelto en el oportunismo, el marketing y el aprovechamiento de las circunstancias mucho más.

Seguro que, mis queridos lectores, a todos se nos vienen a la cabeza ejemplos, por lo que no os voy a hacer perder el tiempo, en este último domingo de noviembre, enumerándolos. Haberlos, hailos: presentes y pasados.

Es legítimo desear triunfar, llegar a nuestros objetivos, pero desconfiemos de aquellos que, como un globo relleno de gas, ascienden muy rápidamente.Cuando el gas insuflado se termine no será más que un trozo de goma que caerá inerte al suelo dejando tras de si frustración, propia y ajena.

Sed felices.

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