domingo, 30 de noviembre de 2014

Morir de éxito

He de reconocer que me costó comprender la dimensión de esta expresión,  "morir de éxito", la primera vez que la escuché. Me parecía inconcebible que alguien pudiera perecer por haber conseguido, y de manera sublime, aquello que perseguía.

Al fin y la cabo, el éxito es algo que todos ambicionamos en nuestra vida- aunque haya quien lo niega-, y cuando lo obtenemos nos sentimos plenamente realizados. Entonces, ¿por qué esa situación?

Solo hay que pararse a observar. La existencia transcurre y ejemplos que van sucediendo te ilustran sobre ciertos temas, incluso sobre el que ocupa esta entrada. No me cabe duda de que sí, de que se puede morir de éxito, sobre todo cuando éste no es fruto de un esfuerzo y de una coherencia, sino de la proyección de expectativas de terceros que ven lo que quieren ver, no lo que es en realidad.

Porque el éxito es fugaz, ya lo decía los clásicos: sic transit gloria mundi- una pena que se haya dejado tan de lado el conocimiento de esta cultura, entre col y col-. Y si, además, ese éxito viene envuelto en el oportunismo, el marketing y el aprovechamiento de las circunstancias mucho más.

Seguro que, mis queridos lectores, a todos se nos vienen a la cabeza ejemplos, por lo que no os voy a hacer perder el tiempo, en este último domingo de noviembre, enumerándolos. Haberlos, hailos: presentes y pasados.

Es legítimo desear triunfar, llegar a nuestros objetivos, pero desconfiemos de aquellos que, como un globo relleno de gas, ascienden muy rápidamente.Cuando el gas insuflado se termine no será más que un trozo de goma que caerá inerte al suelo dejando tras de si frustración, propia y ajena.

Sed felices.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Rocío para Drácula

¿Pueden amar los vampiros? ¿Pueden llorar, reír o entristecerse?



Seguramente el poeta Fernando López Guisado nos dirá que sí, que los vampiros pueden hacer todo lo que hemos señalado, porque él conoce bien su corazón  frío y sin latido. Él ha viajado durante mucho tiempo con el más paradigmático, extraña musa inspiradora de su último poemario: Rocío para Drácula, que fue presentado el pasado viernes 21 de noviembre en El Café Comercial de Madird.

Ante una sala repleta de amigos, familia, poetas y escritores varios se abrió la puerta de la cripta que encerraba al vampiro, ávido de recibir el rocío, a un minuto del amanecer maldito. Y los poemas se fueron desgranando y la poesía se encarnó en luces, tinieblas, amores, desamores y la fija mirada del gato.

Un libro que conforma una vampírica trinidad: El beso del demiurgo, Monstruo en prácticas y La captura de lo invisible. En palabras de su presentador, el también poeta Rafael Soler, es un recorrido lógico, coherente que acaba con la intención de atrapar lo que no vemos, que es al fin y al cabo, el objeto de la poesía.
He de confesar que en esta pequeña reseña no puedo ser objetiva. Y no lo puedo ser no porque el autor sea un gran amigo mío, mi hermano pequeño, como me gusta llamarle; tampoco porque ya conocía el poemario en gran parte. Cada uno de sus poemas, que Fernando me hacía llegar por mail,  me sorprendían más y más en su altura y calidad. Mi falta de objetividad estriba en mi admiración por la buena poesía, por la que va más allá de acariciar el sentimiento, convirtiéndose llámadas, golpes, vaivenes para la conciencia. Poemas que son confesiones, heridas, miradas, incluso historias que te atrapan desde el primer verso y te enganchan como lo hace un relato. Emociones diversas encerradas en un poemario de 152 páginas, lo que también nos indica la valentía de su autor, cubierto con el clásico smoking de charol con el que Ediciones Vitruvio viste su colección  Baños del Carmen.

Y, además, para esta humilde escritora este poemario encierra un valor añadido. Contiene un poema, Feedback, dedicado a mi persona, eco de una conversación de madrugada, repleta de calor y sentimiento, y que me llena de emoción y agradecimiento:

FEEDBACK

Por un instante, volví a la magia de antaño
durante el crepúsculo, aferrado al volante:
un calor en la piel y un miedo,
también una libertad y su certeza de pérdida,
de algunos sueños conseguido,
de mucho tiempo mlagastado
aprehendiendo quién no soy;
quién soy, quién
se acomoda tras los mandos bajo mi piel
aún lo desconozco, pero espero hacerlo,
invitarle a café, decir:

¡Si se trataba de tí! Ya no te esperaba.
Mi verdadero yo.
¡Vaya coincidencia,
seguir creyendo en la magia!

Beberemos mirándonos a los ojos
aferrados a las tazas de la noche;
No hablaremos del pasado,
no hablaremos del futuro,
seremos "Ahora" , seremos
el botón de "PAUSE"
en el video del destino.

Os animo a leerlo. Si sois habituales de la poesía, imprescindible; si sólo os acercáis tímidamente a ella, vais a tener la oportunidad de conocer un magnífico libro y una voz poética extraordinaria.



Sed felices.

jueves, 20 de noviembre de 2014

El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos.

Esa frase, como tantas paradigmáticas de la película Casablanca, podría resumir la sensación que la envolvía, que la impregnaba y llenaba de emociones su vida.

Porque amar, apasionarse por algo o por alguien podía llegar a ser el mejor remedio para soportar el tedio cotidiano, lo gris vestido de falsos colores, las palabras vacías o, todavía peor, llenas de vaguedades sin ningún sentido.

Enamorarse de la risa, de la luz, de la caricia, de la palabra. Enamorarse de una mirada que traspasa la carne y la sangre y llega tan dentro que se tatúa para siempre. Enamorarse siempre...

El mundo mostraba su peor cara. Escombros, como después de un seismo, se repartian por doquier, mudos testigos de aquello que durante tanto tiempo había sido su razón de ser. Pero  quería creer que quedaban pequeños resquicios por donde volvería a brotar la hierba, a florecer la ilusión.

Mientras, ella sabía que no había salvación más allá de la percepción propia de estar persistentemente enamorada de algo, de alguien, de la vida, aunque el mundo se derrumbara a su alrededor.

Sed felices.

jueves, 13 de noviembre de 2014

La mala memoria, ajena que no propia.

No, no temáis mis queridos lectores, no voy a hablar de Alzheimer ni tan siquiera de esos pequeños olvidos cotidianos que nos hacen volvernos locos buscando las gafas o la tablet.

Hoy quiero hablar de esa memoria que se nos hurta por parte de algunos que vemos sacando pecho, certificados de pureza de sangre de ser los más honestos, los más de izquierdas, los más demócratas, lo más de lo más, atribuyendo a quienes los conocemos desde hace tiempo: que una cosa es predicar y otra dar trigo.

Estoy más que cansada de ver a quienes critican , justifican y apuestan porque vienen a cambiar las cosas, estár insertos en el sistema desde hace ni se sabe, chupando del bote y, en muchas ocasiones, no haciendo ni el huevo.

Tal vez sea yo la equivocada, pero es que da mucha, pero que mucha pereza cruzar la calle por quienes no ven más allá de sus narices y además piensan que a los demás nos han tratado con un borrador de memoria, como ese que llevaban los hombres de negro, y que no recordamos cuando antes decían digo donde ahora dicen diego.

Todo el mundo clama ahora cuando se ha acabado el pastel, pero mientras era barra libre muchos no han tenido ni el más mínimo pudor en subirse al carro y a vivir que son dos días.

Y como es muy feo señalar, no voy a apuntar a nadie con el dedo, pero sé que algunos, si es que se molestan en leer mis palabras, se darán por aludidos.

¿Qué exigimos a los demás, cuando nosotros somos los primeros que no damos ejemplo?

En fin, que en este sin sentido en el que estamos viviendo, con algaracas a quienes no las merecen y con lecciones de quienes no tienen categoría moral para darlas, a una no la queda más remedio que, por lo menos, no callarse y, por supuesto, no olvidar.


Sed felices.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Alquimia inversa



El amor, como la materia, ni se crea, ni se destruye. 

No importaba qué formula, ni qué valencia tenía cada grano, cada molécula, cada átomo del enamoramiento cuya combinación química lo acababa convirtiendo en rencor, dolor u olvido con el paso del tiempo.

Suponía que sucedía por desgaste y falta de repuesto de algunos de sus componentes - interés, palabras, lealtad-, que se disolvían en las lágrimas como la sal en el agua y acababa transformando el amor en otra cosa.

Tal vez porque era mujer de letras no alcanzaba a abarcar la dimensión científica de la transmutación del sentimiento. Comprendía mejor la alquimia inversa, aquella capaz de convertir el oro en plomo.

Sed felices

lunes, 3 de noviembre de 2014

Apretar los dientes


Dicen que es mejor una retirada a tiempo que una derrota. No deja de ser cierto. Abandonando el campo de batalla antes del final evitamos la humillación de entregar la bandera pero...

A estas alturas de la película, cuando una ya lleva mucho  recorrido , hay cuestiones que se han convertido en incuestionables , valga  la redundancia, y una de ellas es llevar  hasta las últimas consecuencias las decisiones tomadas. Eso no significa lanzarse en tromba cual kamikaze hacia un fracaso anunciado, sino saber que, en ocasiones, el camino más corto no es la línea recta.

Hay muy pocas cosas, muy pocas personas ya que me hagan cruzar la calle, pero las que son, son. Creo que como se destila un perfume poco a poco en mi vida va quedando lo auténtico, lo que de verdad merece la pena. Otras, como los libros que ya no leemos, han pasado a la segunda o tercera fila de mi vida, por su voluntad o por la mía, aunque el recuerdo de lo vivido siempre queda.

La vida no es más que una permanente construcción de un camino que recorrer en el que nos encontramos bifurcaciones que nos invitan  a desviarnos o cambiar de rumbo, presentando en ocasiones el solaz panorama de quitarnos de problemas. Como una no es de piedra, no puedo por menos que confesar que me siento tentada en ocasiones en tirar la toalla  y olvidarme de tantos quebrantos de cabeza. Y lo haría sino estuviera tan segura de que he de llevar mi compromiso hasta las últimas consecuencias.

Compromiso conmigo misma  al aceptar ser y estar de una determinada manera y vivir fundamentada  en unos valores que para mi son irrenunciables.

Sin lugar a dudas, a veces, la batalla se vuelve muy dura, pero entonces aprieto los dientes y pienso como en la célebre arenga de Brave Heart que  podrán quitarme todo, pero no la libertad de ser yo misma...

Sed felices.