lunes, 26 de mayo de 2014

El rapto de Europa

Uno de los episodios más conocidos de la mitología griega y reproducido hasta la saciedad por el Arte es el del rapto de Europa. Una  muchacha fenicia de la que se enamora Zeus, y es arrebatada por éste transformado en toro blanco y llevada a la isla de Creta.

Como ya sabéis, mis queridos lectores, gusto de hacer analogías con situaciones pasada y presentes o actuales y de ficción, y este episodio legendario me lleva a reflexionar sobre lo ocurrido ayer, intentando imaginar que fue un rescate de la Europa raptada por los malditos mercados.

En primer lugar debo apuntar que el resultado no me sorprendió en absoluto. Como se suele decir, aquellos barros trajeron estos lodos. Tras siete interminables años de crisis (curiosa cifra bíblica) los ciudadanos están más que hartos y ayer, en la primera opotunidad que tuvieron de clamar de una manera democrática lo hicieron, culpando a los dos bloques que durante años han liderado las políticas europeas: a los socialistas y conservadores. El voto depositado ayer en las urnas también ha abierto la puerta a pequeños partidos que con mensajes más ilusionantes han hecho pensar que las cosas se pueden hacer de otra manera. Pero ¿eso es cierto?

Sería muy exhaustivo, y este  no es el escenario, hacer  análisis pormenorizado de la situación de todos los partidos; seguro que hoy invaden los medios de comunicación y, además, por mentes más sesudas que la mía. Pero sí quiero comentar tres datos que me llaman poderosamente la atención.

El primero de ellos es el del claro ganador moral de estas elecciones en España: Podemos. Sorprende que en solo cuatro meses haya conseguido este resultado, sorprende. Bueno, habida cuenta de que era un mediático tertuliano de la Sexta y que llevaba vendiendo (en el mejor sentido de la palabra) su mensaje desde hace más de un año, lo de lo escueto del tiempo no es tan exacto. Por otra parte, me parece curioso que en la papeleta de votación no apareciera ningún logo, sino la cara de su líder, Pablo Iglesias, quien con su pelo largo y barba daba un poco la imagen de un estampa religiosa. No es nada habitual, por no decir que es la primera vez que lo veo, que un partido personalice tanto en un solo miembro su mensaje... Porque ¿quién forma, además de él, parte de esa candidatura que garantice su programa? Ójala que ese mensaje tan de Obama, We can, cuaje, lo digo sinceramente, porque ya no se trata de decir, y decir muy bien. Ahora hay que llevarlo a cabo, y cuando se llega tan alto en tan poco tiempo... El Parlamento europeo no es una tertulia de la Sexta.

Otro caso es el del Frente popular francés. Tal vez el caso opuesto, pero con la similitud de prometer al ciudadano el protagonismo radical en el otro lado, exhacerbando un sentimiento racista, homófobo y fascista.

Y para terminar, solo comentar que, no nos olvidemos, estas elecciones las ha ganado el Partido Popular, el de los recortes, el de la Ley Gallardón, el de las mujeres intelectualmente inferiores, el de la pérdida de empleo.... Y todas las patadas en el culo de PSOE, que sigue sin enterarse de que han de comenzar los cambios ya.

La derecha férrea y la izquierda un reino de taifas.

Sed felices.

Fotografía: El rapto de Europa de Tiziano.

lunes, 19 de mayo de 2014

Pequeñas historias con tacones

No cabe duda de que en un panorama de actualidad tan convulso y  en el que se debaten las elecciones europeas, el campeonato de liga  y el acontecimiento del mundo mundial que significa la Champion League, la presentación de un nuevo libro de una cuasi desconocida escritora no tiene ninguna importancia, más allá de la que le da  la misma autora, su familia y amigos.

Y es que el día a día está lleno de historias trascendentes para un pequeño microcosmos que son ignoradas por el resto de la gente  pero que llenan de felicidad y tristeza a quienes las protagonizan. Historias que cuentan experiencias, vivencias que suceden a hombres y mujeres desconocidos unos de otros.

Mañana presentaré Mi vida en tacones, un libro que para mi tiene un gran significado , pues es el reflejo de pensamientos, de sentimientos que han jalonado mi existencia a lo largo de cuatro años. Un libro que nace por el deseo de lectores de mi primera novela Como el viento en la espalda, que hallaron en esos pequeños prólogos situaciones o reflexiones con los que se identificaban, y que con sus comentarios positivos me animaron a publicarlo.

Ya siento mis mariposas en el estómago. Esas mariposas que despiertan ante la emoción y la responsabilidad que me supone presentar un nuevo libro y, sobre todo, esperar la aceptación de quien tiene la última palabra.

Nada importante, lo sé, comparado con la Liga, la Champion o con la política. Solo una pequeña historia más, ésta con tacones,  añadida a este puzzle que es la Vida con mayúsculas.

Sed felices.


Mi vida en tacones se presenta mañana 20 de mayo a las 20 horas en el Centro Social de Covibar (Avd. Del deporte s/n- Rivas Vaciamadrid- Madrid).

lunes, 12 de mayo de 2014

De ferias y saraos

Comienza la semana de Feria  aquí en mi ciudad ( a pesar de nuestro laicismo celebramos San Isidro), mientras me entero de la dimisión del alcalde, instigado por la cuña de su propia madera

En un nivel más terrenal, el pasado fin de semana estuve dedicada a otras ferias, éstas del libro,   en Tres Cantos y en Alcalá de Henares, envueltas como siempre en la sempiterna queja de lo poco que se vende la literatura.

Claro que cada uno habla de la feria según le va en ella. Estando en la caseta de Alcalá de Henares (desde aquí un saludo a José, el librero) escuché a una señora, al acercarse a mirar mis libros, la siguiente frase:

- Yo cada vez compro menos libros, no quiero tanto trasto por  medio.

Algo se me rompió en mi corazoncito. ¡Llamar trasto a un libro, llamar trasto a aquello que con tanto esfuerzo había salido de mi imaginación!

Acto seguido preguntó el precio, para responder sin ninguna misericordia:

- Es que además los libros son muy caros.

No era el momento de explicar a esta dama alcalaína que tras esa obra que lucía tan atractiva, por lo menos a mis ojos de autora, habían intervenido muchos agentes para que viera la luz. No solamente yo, a quien el editor ha de liquidar los derechos de autor por ventas (único pago, además de la satisfacción, a mi trabajo) sino impresores, distribuidores, transportistas y libreros. Pero en vez de dar esta oportuna contestación, sonreí.¿Qué podía decirle?

Un rato después, cuando me dirigía hacia el aparcamiento en donde había dejado el coche, volví a ver la mujer quejosa del precio de los libros. Estaba sentada en una terraza con varias personas tomando unas tapas y unas cervezas. Si entrar en juicios de valor, seguramente el importe del aperitivo superaba el de mi libro, pero ¡cómo competir contra unos calamares a la romana o una ración de gambas con una caña!
 

Sed felices.

lunes, 5 de mayo de 2014

Café con el Diablo


Ayer tomé café con el Diablo. Una cita previa a cerrar la venta de mi alma. No me sorprendió que lo tomara solo y sin leche y azúcar. Imagino que cuanto más negro mejor.

Lo que sí me llamó la atención fue su aspecto. Nada de macho cabrío, ni murciélago gigante. Una apariencia bastante normalita. Bien vestido y atildado como un notario o un juez.

Me leyó el contrato que, según me dijo Satanás, era estándar para alguien como yo.

- ¿Alguien como yo? ¿A qué se refiere?

- Pues, sinceramente, que te acepto el alma por la fuerza de la costumbre y por mantener la marca de la casa. Pero es de chichinabo al lado de todas las que nos entran habitualmente: políticos, juristas, periodista, actores... Y por razones de alta alcurnia y de fuste: vencer en  las elecciones, ser elegido para el Tribunal supremo, ganar un Óscar, ser tertuliano de moda... Aunque, espera... ¿De dónde me dijiste que eras?

- Español, Su maldad...- contesté con timidez.

Entonces, incomprensiblemente, el Diablo se puso en pie, se bebió de un trago el café y moviendo la cabeza me dijo:

- Lo siento mucho, pero no puedo aceptar tu alma a sabiendas de que es imposible el trueque.

Y envuelto en un humo de azufre desapareció. Suspiré resignado. Se me acababa de cerrar la última puerta para encontrar un empleo.