domingo, 14 de julio de 2013

Probabilidades (relato)

El bip, bip, bip del monitor le empezaba a taladrar los oídos de una manera constante mientras intentaba ver el gráfico, pero la enfermera lo había colocado en una posición en el que la era imposible. Bip, bip, bip, bip….el sonido se aceleró en el momento en el que le venía una contracción. La mano de su marido apretó, mientras intentaba acompañarla con la respiración.
-Sopla, sopla, sopla….
Frunció los labios intentando imaginar una vela encendida que tenía que apagar. El dolor remitió lentamente.
La puerta de la habitación se abrió, dejando paso a la matrona, una mujer joven y sonriente.
-          ¿Qué tal vamos? – preguntó.
-          Bueno…-contestó ella con voz cansada- vamos que no es poco.
La matrona levantó la sábana  e introdujo la mano entre las piernas.
-          Bueno, esto no va mal, creo que vamos a poner ya la epidural- anunció al mismo tiempo que salía de la habitación.
Coincidiendo con su salida, le vino otra contracción. Se aferró esta vez al brazo de su marido, y notó que le clavaba las uñas. Él contrajo un poco la cara, mostrando dolor, pero no dijo nada.
La puerta se volvió a abrir. Esta vez  era el anestesista. Hábilmente maniobró, buscando el espacio entre las vértebras y clavó la aguja. Ella apretó los dientes al notar un dolor punzante que poco a poco fue reduciéndose a medida que notaba también como las piernas se le dormían.
Se quedaron solos. El sopor fue anidando en ella e imágenes confusas se le mezclaban en la cabeza.
Recordaba cuando ocho meses antes,  anuciaron que estaba embarazada. Fue una sorpresa para todos. Llevaban intentándolo más de cinco años, y ya valoraban la adopción. Una sorpresa para todos, menos para ella, que sabía que podía ser casualidad o no.
Volvió a su mente la noche de marras, en la despedida de soltera de su compañera: menuda borrachera se agarró en el Boys. Apenas recordaba mucho, pero lo que no había podido olvidar era al pedazo de tío que se ligó, o la ligó a ella, que no sabía muy bien. ¡Dios!
Y justo tres semanas después, supo que estaba embarazada. A pesar del trance en el que se encontraba en este momento, al evocarlo se le ponían los pelos de punta.
Su ginecólogo la explico que muchas veces, cuando ya no existe el estrés de buscarlo, es cuando sucede. Ya, y si…. . Sería mala suerte que, después de las veces que se había acostado con su marido, una vez, una sola vez, que lo había hecho con otro, zas, pinchara en hueso.
Cuestión de probabilidades.
Sentía como si flotara. Oyó, un poco lejanamente, la voz de su marido:
-          Cariño, vamos ya al paritorio.
Todo se volvió blanco y luminoso. La cara de su médico asomó por encima de ella:
-          Vamos valiente, esto está chupado- le comentó sonriente.
Los acontecimientos se fueron precipitando en su natural devenir. Piernas sobre estribos, empuja, ahora, ahora, espera a una contracción, ahora no, empuja, ya, ya , mira asoma la cabecita….
Recordó sus ojos negros profundos, sus dientes blanquísimos al sonreír y su piel oscura, casi azul…. Era cuestión de porcentaje, ya no había marcha atrás.
Dio el último empujón. La mano de su marido, sudorosa, se aferró a la suya. Podía sentir los latidos de su corazón a través de los dedos. Levantó la mirada y contempló, horrorizada, como los ojos de él se abrían, incrédulos, como platos….
Cuestión de probabilidades y había perdido.

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