domingo, 21 de julio de 2013

Cualquier domingo

Un domingo como otro cualquiera: levantarse algo más tarde de lo habitual para compensar que nos acostamos también un poquito pasada  la  hora. Desayuno casi continental, faltaba el zumo-no lo apuntamos en la lista la última vez. Después un algo de limpieza, preparar la comida- manita de canelones para los sobrinos- para dar simplemente el último toque, y salir al jardín en la que la sombra misericordiosa nos alivie de este calor veraniego a tomar un vermut fresquito con unas patatas fritas.

Después de la comida, el salón en penumbra y en la televisión una serie de esas en la que la protagonista, ya sea fiscal o ama de casa pasa las de Caín por culpa de un asesino, cuya identidad hubiera adivinado en el primer cuarto de hora de emisión, si no fuera porque me he quedado en ese estado de somnolencia y cabezada que me atonta, pero que no puedo remediar.

A duras penas me espabilo y abro el ordenador con el firme propósito de escribir, de adelantar las dos novelas que tengo empezadas. Antes actualizo el blog, sin darle muchas vueltas, pues junto con la siesta se han quedado las ideas brillantes, como es mas que obvio para quienes os habéis dignado a pasar vuestros ojos por estas líneas. Entre medias, mi madre  me interrumpe veinte veces empeñada en que la lleve al Corte Inglés, a las rebajas.

En fin, lo  normal  en cualquier cualquier domingo de verano...

Y Rajoy sigue sin dimitir.


Sed felices.

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