martes, 21 de mayo de 2013

Juego de tablas: intriga juvenil para todos

¿Cuántos de los que se asoman a este blog saben jugar al backgammon?¿Y cuántos conocen que este juego de estrategia procede de un antiguo juego denominado juego de tablas,  recogido por  el rey Alfonso X, llamado el sabio, en su Libro de los juegos compuesto a finales del siglo XIII?

Yo confieso que lo ignoraba hasta que  he tenido la oportunidad de leer la novela  titulada Juego de tablas,  de Ediciones de  la Torre, de reciente aparición en el mundo literario juvenil. La  autoría corresponde a los escritores Félix Jiménez y José Guadalajara, bajo los pseudónimos de Montealbar y Dinadaus,  y en cuya trama este juego "juega", valga la redundancia, un papel fundamental.

Combinando distintos escenarios, el protagonista, un adolescente que vive el momento actual entre amigos, redes sociales y el instituto, afronta unas aventuras que, para aquellos que ya tenemos un cierto recorrido vital, no deja de recordarnos a las vividas por Los cinco o Los siete secretos,  aunque ahora con Tuenti y un poquito más de amplitud de miras a la hora de ligar.

La calidad de la escritura de ambos autores no pasa desapercibida. Montealbar, alter ego de Félix Jiménez, muestra la misma maestría que conocemos a través de sus relatos, como los que nos ofrece en Hace tiempo que  te debo palabras de amor . En el caso de José Guadalajara, Dinadaus, los  episodios  enmarcados en la tradición medieval, que van jalonando la novela, son equiparables a los que podemos encontrar en sus novelas históricas La maldición del rey sabio o La reina de las tres muertes. Y las dos escrituras se funden, sin fisuras, para dar lugar a un relato homogéneo y original.

Cabe también destacar que, dada la condición de docentes de ambos escritores, la recreación del día a día en un instituto de secundaria añade valor de credibilidad a la narración, y que toma forma visual a partir del trazo de la ilustradora Susana Rosique, con un dibujo simple pero directo, de lineas frescas un tanto geométricas y que recuerdan a una escenografía guiñolesca.

En resumen, una obra enmarcada dentro de la literatura juvenil pero que puede perfectamente solazar a cualquier lector a partir de los catorce o quince años a través de un juego milenario, un joven con vocación de investigador y un misterio para resolver.



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