lunes, 4 de febrero de 2013

La mujer del César...

...no solo ha de ser  honrada, sino parecerlo....
Respeto la presunción de inocencia, porque me creo a pié juntillas que es el fundamento de todo estado de derecho, pero cuando se está en puestos de tantísima responsabilidad como los que ocupan las personas a las que- presuntamente- se les relaciona con el Bárcenas-gate, no basta con negar la mayor, creando un estado de alarma social y política difícilmente soportable.
"Aquí no dimite nadie", es la frase más escuchada. Y es cierto. Todos se agarran al sillón como garrapatas, temiendo que retirarse sea asumir la condena. Pero en este caso dimitir no es signo de reconcerse culpable, sino de facilitar la tarea a la justicia y de calmar los ánimos de los ciudadanos.
No me imagino- bueno, sí- la cara de Rajoy hoy, cuando haya tenido que verse con la Merkel. Es que es muy gordo, como te pares a pensarlo, el que un presidente del gobierno esté bajo sospecha de aceptar dinero bajo cuerda y de permitir un montón de chanchulleos. Yo, como española, siento vergüenza ajena y desolación propia.
Se podría pensar que en este  momento aquellos que no votamos al PP y que sabíamos ya de lejos la incapacidad de este partido ante un reto tan tremendo como al que se enfrentaba y se enfrenta España, nos estamos frotando las manos. Nada más lejos de la realidad que eso, porque no olvidemos que es nuestro país y sus ciudadanos los que sufrimos las consecuencias, y que nadie con conciencia puede caer en la mezquindad de repetir la famosa frase de Montoro: "que se hunda España, que nosotros la levantamos".
Nunca di un duro por Mariano Rajoy, pero la incomparecencia compareciente del sábado creo que ha sido su último clavo en el ataúd de su incompetencia. En este caso lo es y lo parece.
Y si dejamos que esto nos pase de largo, entonces, todos seremos cómplices.

Sed felices.

(*) Foto: Wall Street Journal

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