sábado, 15 de diciembre de 2012

Tango

Hay una vieja película argentina de los años treinta que se titula La vida es un tango. Debo de confesar que no la he visto, pero ya por el título me supongo que el argumento será tan dramático como suelen ser este tipo de música. Pero hoy no voy a hablar de amores desgarrados ni de pisitos a media luz, sino quiero hacer una metáfora con el tango, pero bailado.
Mi padre, que fue un gran bailarín, me enseñó a bailarlo, o mejor dicho a medio bailarlo, pues tengo que reconocer la gran dificultad que tienen los trenzados, giros y pasos de este baile, en los que la sincronización de la pareja tiene que ser milimétrica. De no ser así, pisotones y tropezones convierten en una parodia deslucida este maravilloso baile. Los tiempos son fundamentales, ni antes ni después debe darse ese avance o ese retroceso, en el que la proximidad de los cuerpos hace que sean casi las vibraciones de los músculos al compás de la música lo que lleve el ritmo.
Pues bien, en la vida cotidiana mucha veces nos pasa lo mismo. Podemos ser grandes bailarines, pero si no somos capaces de sincronizarnos con aquel con quien nos ha tocado bailar, es muy difícil salir bien parado del trance.
Como he dicho, el "tempo" es el que nos va a marcar. No vale ir por delante ni vale quedarse una nota más atrás. No vale pisar y decir lo siento. El tango ya ha quedado deslucido y sin compás..

Sed felices.

4 comentarios:

  1. Como la buena comida y el vino bueno todo a su
    tiempo y así es como lo disfrutas de verdad.
    Un fuerte abrazo desde la distancia y cuidado no
    me vayas a pisar . . .

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  2. Buen y acompasado día, Paco. Gracias por tu comentario. Es verdad, el tiempo siempre es un elemento importante para disfrutar.
    Un beso.

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  3. Es que alguna vez uno baila bien el tango pero el acompañante solo sabe bailar el vals. Pero la generosidad hará que aprendan juntos para llevar bien el compas.
    La vida a veces te obliga a ceder callar y perdonar para poder bailar acompasados,

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  4. Es una postura muy generosa, Mary. Y eso solo se puede hacer desde una gran complicidad y cariño.... O que el otro aprenda a bailar el tango.
    Un abrazo.

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