miércoles, 31 de octubre de 2012

Conjuro



Anoche, al filo de la madrugada que abre la celebración de los difuntos, buscaba por Internet algún tema relacionado y que me sirviera para hacer este artículo. En mi retina se amontonaban vampiros, hombres lobo, monstruos de todas clases y antiguos conjuros, que invocan a los espíritus del Más allá. Uno llamó mi atención. Contaban que había sido encontrado, escrito en un pergamino dentro de un nicho que tenía todo el aspecto de haber sido una tumba, entre las ruinas de una pequeña ermita desacralizada de aspecto medieval  ubicada en una localidad de la sierra madrileña.  La burbuja inmobiliaria había tomado posesión de esos terrenos, y en el mismo sitio en donde reposaban esos restos, actualmente se había levantado una pista de paddle, que jamás se ha podido usar, pues unas extrañas raíces crecen bajo la pista, levantándola e impidiendo utilizarla para su fin, a pesar de que no hay árboles en su entorno.
El pergamino se había entregado al Archivo Histórico para su estudio y catalogación, pero  alguien lo había subido a Youtube, y mediante una presentación de Power Point, se visualizaba. Sentí curiosidad y la abrí. Empezó a sonar la música sepulcral de un canto gregoriano, que acompañaba mi lectura, en voz alta, de las palabras en latín que se mostraban ante mis ojos.  Llegué a la frase final:
-Venite ad me inferis, et aeternum da mihi potestatem et dabo mihi anima mea, Domino Inferi.
(Ven a mi, desde el Averno, y dame el poder eterno a cambio de mi alma, Señor de los Infiernos.)
- Bueno-pensé- vaya tontería. 
Cerré el navegador y me dispuse a redactar la entrada para este artículo, cuando me pareció oír que murmuraban mi nombre: Elena…. Elena… El poder la sugestión en estos casos es alucinante. Abrí el Word y empecé a escribir. Dos párrafos llevaba  cuando volví a oír mi nombre, susurrante: Elena… Elena, y  sentí un viento helado en la nuca.
Una ventana mal cerrada- me dije a mi misma, en un intento de racionalizar las sensaciones. Y me levanté a revisar las contraventanas, comprobando que ninguna estaba abierta.
Entonces, cuando volví a mi silla y miré a la pantalla, no pude dar crédito a lo que veía, mientras se me secaba la boca, un sudor frío perlaba mi frente y todo mi cuerpo temblaba sin control.
Todo escrito había desaparecido,  y en su lugar  solo había dos frases, teñidas de rojo, como la sangre, mientras la pantalla se había fundido en negro:

ME HAS LLAMADO
AQUÍ ESTOY

¡Feliz noche de difuntos!

lunes, 29 de octubre de 2012

Miedo

Un poco arrastrada por estas fechas que nos empujan a las celebraciones de los difuntos, escribo esta entrada.

Desde pequeña, el sentimiento del miedo tuvo en mi esa ambivalencia que muchos no entienden de placer y angustia, que me atraía poderosamente. Era cuestión de genes, pues en la librería de mi casa  tuve a mano muy pronto las historias de Edgar A. Poe, Henry James y las Leyendas de Gustavo Adolfo Becquer, que me trasladaban a mundos de fantasmas, conjuros y ánimas.

Con el tiempo, este gusto por las emociones literarias derivaron hacia el cine, y me convertí en una apasionada de las películas que te ponían los pelillos de punta y en las que la mitad de las escenas las veías a través de los dedos.

Misterios, terrores y miedos, jalonan mi memoria de lectora, desde los libros infantiles de Enid Blyton hasta mi última adquisición, todavía no leída, pero que me espera estos días de asueto, Cuerpos descosidos, de Javier Quevedo Puchal.

No tengo muy claro porque ciertas personas, o muchas personas, nos sentimos atraídas por este tipo de literatura, de situaciones, pero es así. No puedo remediar que me encante esa sensación de hormigeo por el estómago- es curioso, parecida a cuando estás enamorada- que me embarga ante un momento de intriga y misterio.

Con los años, este afán se me ha ido apaciguando, quizá porque  he comprendido que no es a los fantasmas o a los vampiros, ni siquiera a los asesinos locos con máscaras de cuero a quienes tengo que temer, sino a otros monstruos nacidos de quienes, aparentemente, mostraban una existencia placentera y, entre comillas, normal.

Hoy, los protagonistas de mis miedos son otros. Hoy, lo que me quita el sueño no se transforma en las noche de luna llena, porque utiliza otros medios, la televisión, la prensa, la radio, para infectar y transmitir su maldición. Hoy, lo que más me asusta se llama intolerancia, mentira, insolidaridad, desamor, que no esperan a ser convocados, porque pululan entre nosotros, sin esconderse tras sábanas blancas, pero sí arrastrando las cadenas de la sumisión del más débil. Hoy, los monstruos no chupan sangre, sino los derechos y la esperanza de muchos. Hoy, no hay cruces ni agua bendita que espante a esos demonios, porque precisamente, se amparan en ella.

Hoy, ha dejado de ser divertido pasar miedo.

Sed felices.


sábado, 27 de octubre de 2012

Pasar página

La vida es como un libro.

Sin lugar a dudas, este simil es uno de los más utilizados para simbolizar nuestra propia existencia. Un libro que se va escribiendo a lo largo de los años, y en el que podemos encontrar tragedias, comedias y dramas, y al que se van sumando personanjes mientras otros desaparecen.

Pero a veces, como pasa con la lectura de algunos libros, nos estancamos y no somos capaces de avanzar, en una especie de círculo vicioso en la que el argumento de ese capítulo se repite y se repite hasta la saciedad, y no encontramos su encaje en el resto del argumento.

Es el tan temido bloqueo del escritor, que no es ni más ni menos que la trasposición a la literatura de esa situación que se da en la propia vida, cuando nos encontramos ante algo que nos lastra, que nos impide avanzar, que nos sujeta y que nos está costando resolver.

Y lo mismo que haríamos  si estuviéramos escribiendo una historia, es recomendable ponderar hasta que punto  esa situación, esa persona, tiene un peso específico en el resto de la trama, o de que manera nos está distorsionando el resto de nuestro argumento. Si concluimos que su presencia es negativa y, además, nos está impiendo avanzar, lo más conveniente es un cierre de ese capítulo , aunque no sea muy brillante y seguir adelante.

Pasar página, y ante el folio en blanco, libre del peso de solucionar un conflicto que nos quita energía, retomar la historia y hacer un giro en el guión.

Al fin y al cabo, se trata de nuestra vida y somos nosotros quienes decimos con quien queremos vivirla y de que manera.

Sed felices.



jueves, 25 de octubre de 2012

Conócete, motívate, supérate.



Hace cinco meses, Javier Clavero me pidió que prologara su libro Conoceté, motivaté, superaté y conocerás el triunfo. Hoy os dejo este prólogo y os animo a conocer esta publicación.


"Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto." (Henry Ford)


Estimado lector, estimada lectora, el libro que tiene entre sus manos no es un libro de autoayuda más, en el que nos den unas pautas generales para superar las dificultades y los problemas en nuestra vida personal o profesional, en esta época convulsa en la que parece que todo se ha derrumbado. El libro que se dispone a leer es un camino que le abrirá los ojos, que le enseñará como avanzar en la construcción de uno mismo, para que a partir de ello, alcance sus metas y logros.
Para ello, Javier Clavero, su autor, ya nos indica en el propio título cuales son las tres patas en las que nos vamos a apoyar. Y esos tres puntales van a ser: el conocimiento de uno mismo, la motivación y la propia superación de aquello que nos lastra y nos impide seguir hacia delante.
A lo largo de la Historia, la Humanidad siempre se ha enfrentado al enigma del propio ser humano. Nada hay para un hombre o una mujer más complicado que el conocerse a si mismo, hacer ese viaje interior que a veces nos descubre aspectos que no nos gustan de nosotros, pero que si no tomamos contacto con ellos, si no los asumimos, muy difícilmente podremos superarlos. Estamos en la Era de los conocimientos, en el siglo XXI y todavía tenemos miedo a saber como somos.  Como nos explica el autor, muy difícilmente encontraremos la seguridad en nosotros mismos, elemento fundamental para triunfar, sino somos capaces de bucear, de sumergirnos en nuestro interior y de conocer lo que somos.
Y ese autoconocimiento ¿qué nos aporta? Algo fundamental, sin lo que seremos incapaces de empezar a movernos: la motivación. Es muy difícil llegar a unos resultados positivos sino existe ese elemento, que al igual que el combustible en un vehículo, nos empuja a llegar a nuestros objetivos. Muchos son los proyectos que, teniendo casi todo el viento a favor han fracaso por que faltaba lo principal, la motivación de su protagonista. Y para que ese “motor” funcione, tenemos que estar a gusto con lo que hacemos, nos dice Javier Clavero. Es cierto. En una sociedad en la que lo material tiende a sustituir los  valores, el fracaso en ocasiones es el resultado de ejercer una actividad que no nos convence, que no nos llena, y eso produce frustración. Aquello que hacemos nos debe ilusionar y tenemos que vivir con pasión todo aquello que nos proponemos.
Por ello, si conseguimos que la motivación impulse nuestra actividad, seremos capaces de superarnos y de superar las dificultades que nos vayamos encontrando, porque nos habremos preparado para ello, incluso para percibir el fracaso no como algo negativo, no como el fin último, sino como el síntoma de que no hemos tomado el camino correcto y que debemos corregirlo.
Conocimiento, motivación, superación…. Y por el último el triunfo, al que llegaremos habiendo recorrido el proceso con constancia, con tesón, con honradez y con empatía hacia los demás.
Por ello he querido encabezar este prólogo con una frase del famoso industrial Henry Ford, que tiene un significado muy explícito y que viene a resumir el mensaje que encontrarán en este libro: la capacidad de hacer está en cada uno de nosotros y si queremos, podremos, al igual que, si nos consideramos incapaces, no habrá nada que hacer. Nosotros tenemos la decisión.
No me resta más que agradecer la confianza que Javier Clavero ha depositado en mí al permitirme abrir su obra con este prólogo y asegurarle a usted, como lector o lectora, que cuando llegue a la última página habrá aprendido de una manera amena y cercana como el triunfo está más próximo de lo que piensa.
¡Qué  lo disfrute!

lunes, 22 de octubre de 2012

Dame pan....

Lo confieso, me he enterado de los resultados electorales esta mañana. Ayer no me asomé a una sola televisión, pues, y pido perdón por la petulancia, los resultados estaban cantados.

Desde que me dedico a este mundillo de la política, siempre he escuchado eso de que el pueblo ha hablado y de que el pueblo no se equivoca, adjudicando a éste la infalibilidad. Bien, pues nunca he estado de acuerdo, porque si no hay individuos infalibles, y por mucho que se junten formando un conjunto, semejante virtud no va a brotar. Lo que ha pasado es lo que viene pasando desde hace tiempo, que unos siguen votando a los suyos, y lo seguirán haciendo, aunque ya no solo les saquen un ojo sino los dos, y los de la otra orilla no encuentran ninguna esperanza entre los que son su lugar común, porque ahora lo que toca es economía y de eso se supone entiende menos la izquierda. En la misma línea está el voto nacionalista, barriendo los euros para casa.

Lo que ha quedado palmario, tras estas elecciones, es que preocupa más el pan que los derechos, o vender un nacionalismo económico, que rezuma por todos los lados irrealidad. Yo, que he participado, desde la base, en las discusiones de los programas electorales de distinto rango de mi partido, siempre he tenido la misma certeza, y es que el discurso programático está totalmente apartado de la realidad. Cada vez importan menos las ideologías, en una sociedad  cada día  más individualista, y se tolera más que me llames tonto, si me das un chusco de pan, que el que pierda mi equipo favorito.

En fin, que esa autocrítica que compañeros míos piden no está de más, pero creo que el tiro no está en los nombres solo - que sí , que yo soy la primera que creo que hay que renovar las caras-  sino en como hacemos llegar a esa parte de los ciudadanos soluciones reales a través de un discurso renovado y acorde con los retos.

En esta guerra de desgaste, con la sangría del paro vaciando las venas del país,  a  muchos les da ya igual quien sea el panadero, aunque éste se coma el pan y nos deje las migajas.

Sed felices

sábado, 20 de octubre de 2012

Llueve...

Llueve. Siempre acaba lloviendo. A pesar de los augures sempiternos que nos muestran los lechos medio secos de los pantanos, después del estío.


Llueve.Siempre acaba lloviendo. A pesar de la pertinaz sequía que, como el toro de Osborne, es seña de identidad de nuestra tierra.

Llueve. Siempre acaba lloviendo.....

Y cuando lo hace, como siempre, no lo hace a gusto de todos.

Queremos agua en nuestros grifos, queremos agua en nuestros pantanos, queremos agua en nuestros ríos, pero no queremos que ese mismo agua nos moje, ni encharque nuestras calles, ni nuestras avenidas, ni forme con el polvo ese barro que mancha nuestros zapatos.

Hoy, muchos llamarán al agua mansa que cae del cielo, mal tiempo. Y quizá esos mismos se hayan preocupado cuando les han hablado días antes de volumen de agua embalsada, menor del esperado.
Al final, siempre es lo mismo, queremos hacer tortilla sin romper huevos, sin tener que pasar por las incomodidades, por los esfuerzos, queremos los resultados. Prados verdes, en una eterna primavera soleada.

Y mientras, llueve. 

miércoles, 17 de octubre de 2012

Blanqueo y cuentos chinos

Me asomo poco por las noticias últimamente, nada más que lo suficiente para no convertirme en una analfabeta de la actualidad, porque, como ya he tenido la ocasión de comentar, me parece tan tedioso ese bucle de crisis, PP, prima de riesgo, etc, que mis energías las pongo en otros lares, bastante menos grises y que reportan mayores satisfacciones. Además, las redes sociales me nutren de la información que me interesa, mucho más inmediata y menos sesgada que la que me brindan ciertos medios de comunicación.

Pero  ha sido irremediable entrar en estas últimas horas en el entramado que la policía ha levantado entorno al blanqueo de dinero de las mafias chinas o del juicio del caso Malaya. Vaya por delante-aunque tampoco creo que sea necesario justificarme- que, por supuesto, no tengo nada en contra de los ciudadanos chinos, y mi contacto con ellos se ciñe a su comida, que me encanta, y a ciertos artículos que compro en sus establecimientos. Pero tras ese comercio próspero ahora hemos visto que se escondían más trampas que una película de Fuman-chú.

Al mismo tiempo, continúa el caso Malaya, con el testimonio de la ex de Cachuli, que ahora donde dijo digo dice diego, y donde dijo bolsas de basura, dice pequeños sobres y que ella lo único que quería era matar, en sentido figurado, al hombre que la  había traicionado con la folcklórica, y que por ello le acusó, sin saber que se estaban llevando crudo el dinero público de Marbella.

En ambos casos, lo que se demuestra es que durante todos estos años no ha habido prosperidad, sino una serie de negocios sucios, hechos con la connivencia de muchos y que ahora vienen a enlodazar los barros de tiempos pretéritos y en los que se ha sustraído a la ciudadanía, robando de la manera más vil, los recursos que ahora se intentan recuperar a base de recortes y recortes de los derechos más fundamentales.

El milagro español, al final, se ha quedado en eso, en un cuento, chino o malayo.

Sed felices.

lunes, 15 de octubre de 2012

Descorazonado....

Seria, formal y elegante, como ella siempre había sido, contemplando el rostro inerte del hombre qie había amado, que como el perfil de una medalla, se recortaba contra la luz, también inerte, del depósito forense.
Tres palabras salieron de su boca:

- Sí, es él.

Después, en silencio y sin que una lágrima cayera de sus ojos, salió lentamente de la sala. Fuera le esperaba el médico para notificarle las causas de la muerte. Fué un fallo cardiaco, la dijeron. Las cejas de la mujer se elevaron imperceptiblemente, al mismo tiempo que la cabeza se movió levemente hacia los lados, como negando.  Volvieron de sus labios a salir otras tres palabras:

- Eso es imposible.

El médico la tomó la mano con dulzura, como si se la cogiera a una niña, y la empujó con suavidad hacia un sofá, ya deformado de resistir el paso de tantos que dejaban su esperanza y su alegría entre ese escay de color indeterminado. Ambos se sentaron, uno frente a otro, con el cuerpo ligeramente girado en tres cuartos, mirándose mutuamente. El forense se percató, el ojo de un experto no falla, de un moratón que asomaba en la mándibula de la mujer y que el maquillaje no podía disimular del todo. También, entre la sien y la ceja derecha observó que la piel había adoptado un tono azulado, que nada tenía que ver con la sombra de ojos.
Reconoció, sin duda, aquellos rastros que a su pesar, había examinado, fotografiado y diagnosticado tantas veces, en tantas ocasiones....

- ¿Por qué es imposible?- preguntó, no obstante- ¿Por qué no quiere aceptar que su corazón se rompió? Lo encontraron caído en la calle, y los síntomas....

- Le digo que es imposible: él no tenía corazón.

Sed felices



viernes, 12 de octubre de 2012

Vanidad


- Tras su sinceridad  escondía en ocasiones, agazapada, la justificación a la crítica más agria.

- Gustaba de pedir consejos, siempre que las respuestas cabalgaran en el eco.

- Solo admitía en el otro su propio reflejo del espejo.

- El mundo no le parecía lo suficientemente grande, sin saber que lo miraba a través de su propia cerradura.

- Tan alta opinión de si mismo tenía que,  cuando le halagaban, pensaba la mayoría de las veces que se quedaban cortos.


- Como Narciso, se enamoró de su propio reflejo en los otros.

- Tras su tolerancia habitaba la certeza de que pocos merecían el desgaste de su enfado.

- No solo escondía la mano, tras tirar la piedra. También escondía la piedra.

- Conjugaba todos los verbos en primera persona del singular, sin una sola falta.

- No amaba al prójimo como así mismo, porque jamás encontró a ningún prójimo que estuviera a su altura, aunque tampoco lo odiaba, ya que le parecía una pérdida de tiempo.

- Tan vanidoso era que ni siquiera se consideraba como tal.



Sed felices

martes, 9 de octubre de 2012

Leyes y mujer, la misma cosa es...

Parece que algunos, no contentos con la situación en que nos encontramos a diario, prefieren ir echando un poco más de leña al fuego, para que así nos vayamos socarrando un poquito más cada día. Mira que pretendo mantenerme a veces en la suficiente distancia mental para que no me traspasen ciertas cuestiones, pero las declaraciones de ese....impresentable, a quien no me da la gana nombrar, pero que seguro todo el mundo sabe quien es, respecto a las leyes y las mujeres, me enciende el pelo.

Podríamos decir que es un imbécil, pero me quedaría corta. No sé en que cabeza cabe tamaña comparación y deducción, a no ser que uno esté afectado por el mal de las vacas locas o por un machismo cavernícola- me decanto por esto último- que hace que semejante estulticia salga de la boca del presidente de un Consejo de ámbito estatal, en este momento dimitido, pero que llega a tan fugaz cargo recomendado por la ministra de Trabajo, que supongo habría recibido la inspiración de la Virgen del Rocío, a la que se encomienda para solucionar el problema del paro, con escaso éxito hasta ahora, lo que nos hace deducir en que lado se coloca semejante individuo, al que felicito, pues ha conseguido superar el ¡que se jodan! de la Fabrita.

Claro que, si rascamos por debajo de esta casposa e intolerable frase emitida por la boca de ese neardenthal, "las mujeres y las leyes están para violarlas", encontramos toda una filosofía que sustenta todavía  la ideología de una parte de este país  y que, como una mancha de aceite refrito y con regusto a quemadillo de sacristía, se va extendiendo bajo nuestros pies, pringando los más elementales derechos. Eso sí, con el asentimiento de una parte de la ciudadanía que siguen, como borregos, votando a estos impresentables, en ese afán  de mantener el !Santiago, y cierra España!

En fin, que manteniendo mi principio, termino esta entrada, para intentar que la moral no se me hunda, aunque a la pobre cada día la cuesta más mantenerse a flote, a pesar de la inyecciones de optimismo que la quiero inculcar.

Sed felices.



domingo, 7 de octubre de 2012

Reflejos en el espejo

Cuando era pequeña me obsesionaba la idea de que las personas no éramos en realidad como nos reflejábamos en los espejos o en los cristales, que simplemente veíamos lo que queríamos ver, pero que esa imagen no respondía a la realidad. Tanto era así que más de una vez, obligaba a algún familiar- sobre todo a mi abuela materna- a acompañarme frente al espejo y allí, como si se tratara  del cuento preguntaba: ¿tú me ves ahí como yo soy?. Mi pobre abuela, llena de ternura y acostumbrada ya a mis fantasías me decía: pues claro, igual de guapa e igual de loquilla.

Con los años, esa preocupación fue transformándose no ya en algo tan absurdo- ¿o no?- como mi pensamiento infantil, sino en que el reflejo que otros vieran en mi respondiera a mi propio ser auténtico.

No es la primera vez que abordo este tema en este blog, pero es que cada  vez, me preocupa más la falta de sinceridad en mostrarnos tal y como somos y no como queremos que nos vean los demás. Y creo que eso solo responde a la necesidad de que sea ese reflejo externo que proyectamos lo que de sentido a ciertas vidas. Ya no solo me refiero al aspecto, que para algunos se convierten en obsesivo, sino ya también a las palabras, a las actitudes. Convierten a cada persona con quien se relacionan en espejos mágicos de los que esperan oír nada más que alabanza y parabienes, ocultando en lo más profundo del bosque de sus pensamientos aquello que realmente les gustaría decir o hacer y que no llevan a cabo por el que dirán.

En fin, que al final yo no andaba tan descaminada y muchos no son más que el reflejo de la opinión de los demás, distorsionado por los prejuicios y el miedo, sin que corresponda en absoluto con la verdad.

Sed felices


viernes, 5 de octubre de 2012

La salvación de Sodoma

Amanezco este viernes , en este otoño madrileño que reluce más que los tres jueves de marras y que me tienta desde la ventana, con la resaca musical  del concierto de mi querido Ricardo Virtanen, que lo mismo me conmueve con un haiku que hace que mis pies se disparen como si mis zapatos fueran rojos, y no pueda impedir que  las ganas de bailar me suban desde los tacones- tacones, siempre- hasta la punta de mi cabeza, que esta mañana se desayuna con las encuestas de Galicia ante las próximas elecciones, y que me dicen que los resultados vuelven a encastillarse en un eterno día de la marmota, en el que unos de aferran a lo malo conocido, no sea que vuelvan los socialistas, y otros, son tan  escépticos que la izquierda se les ha vuelto siniestra, porque ya sabemos que "psoe pp la misma mierda es", que es algo que desquicia y me parece injusto, pienso, al mismo tiempo que contesto el teléfono e intento discernir hasta donde llega la estulticia humana, a la vista de la perspectiva que tiene un cliente de lo que se puede considerar gratis, que esto es la monda, que solo valoramos nuestro trabajo y pensamos que el de los demás, lo que hacen, tiene una importancia mínima, y que somos nosotros el centro del mundo, y eso que procuro respirar despacio y contar hasta cien, mientras miro los árboles por la ventana, todavía con las hojas verdes, pero ya con su corazón amarillo, antes  de contestarle una impertinencia, no porque no quiera, es que no tengo la lengua prestada, como decía mi bisabuela, una mujer de rompe y rasga, pero a la que me gustaría verla peleando con ciertas personas como este personaje, al que al final toreo como puedo y me lo quito de encima, mientras intento centrarme en lo importante y no en lo urgente, y abro el correo y veo un mensaje de un compañero que me da las gracias por mi trabajo y por mis ánimos para seguir adelante.

Y entonces el sol parece lucir un poco más, y entiendo que, quizá,  merece la pena que por un solo justo se salve Sodoma.....

Sed felices.

miércoles, 3 de octubre de 2012

El valor de la palabra.

Desmontando el mito de que las mujeres hablamos mucho- bueno, yo  afianzo dicho tópico, pero eso no viene al caso- he tenido la ocasión, en estos últimos tiempos,  de comprobar que cualquier persona, cuando tiene oportunidad y el tema interesa, es capaz de dedicarle atención y saliva.

Ese es el caso de lo ocurrido ayer, en la mesa redonda que había organizado, en esta etapa de colaboración que he iniciado con la revista Mundo Electrónico y el Grupo Tecnipublicaciones. Éramos catorce asistentes- por cierto, yo la única mujer-, y estuvimos debatiendo durante dos horas sobre un tema muy específico empresarial, que no es el centro de este artículo, porque, aun siendo importante,  lo que yo quiero recalcar  es lo fundamental que sigue siendo, a pesar de toda nuestra potencia digital, tener lugares en donde encontrarnos y comunicar. Hace muy pocos días, concretamente, el viernes pasado, fue un encuentro literario el que me permitió, esta vez, poder hablar, intercambiar opiniones, pulsar el contacto humano.

Me encantan las redes sociales- a la vista está-, en las que me muevo como pez en el agua, pero todavía me gusta más estar, hablar, sentir y encontrarme con mis semejantes, con aquellos que tienen mis mismas inquietudes o no, pero que, como yo, saben que en la comunicación está la base de nuestro progreso.

Adoro el valor de la palabra y el de la mirada de aquel con el que me comunico, y a través de los cuales aprendo, avanzo y existo.


Sed felices.