viernes, 23 de marzo de 2012

La donna è mobile

qual piuma al vento
muta d'accento
e di pensiero.


"La mujer es voluble como una pluma al viento, muda de palabra y de pensamiento"
No, no va de ópera esta entrada. Simplemente que la estrofa de una de las más famosas arias, de la ópera Rigoletto, me sirve de excusa para reflexionar sobre la mutabilidad de carácter que se nos aplica a las mujeres y de la que no solamente se han hecho piezas tan sublimes como ésta, sino que ha servido de excusa para chistes y chascarrillos y lamentaciones masculinas.
Amén de  la influencia que la biología tiene en nosotras, y que es indiscutible  que se manifiesta en ciclos, en los que pasamos por distintos estados de ánimo- aunque ya me gustaría a más de uno recomendarle pasar por el S.P.M. (síndrome premenstrual) cada veintiocho días, durante cuarenta años- sería muy simple reducir a esto la explicación. 
Hormonas aparte, este aparente desequilibrio  es más que nada que una herramienta de adaptación al medio y de capacidad de protección de la especie. Las mujeres debemos acomodarnos a distintos ámbitos y sin solución de continuidad pasamos de ama de casa a trabajadora, de trabajadora a cuidadora de ancianos, de cuidadora a amante, de amante a consejera, de consejera a enfermera..... Y así hasta donde queramos llegar, con solo dos manos y un cerebro y en un intervalo a veces de doce horas.
¿Y cómo es posible? Pues eso, generando un carácter capaz de cambiar, capaz de entender todas y cada una de las facetas en cuestión de segundos, ponerse en marcha y buscar las soluciones con los recursos que se tienen.
¿Volubles? No, flexibles. Si no hace tiempo que nos habríamos quebrado.


Sed felices.

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