lunes, 31 de diciembre de 2012

De Nochevieja y rituales.

Rituales.....
Las uvas peladas en los platos, abiertas, con los pipos quitados, por aquello de no atragantarse.
Los restos de la cena retirados, dejando la mesa, vestida con un mantel de muérdago y flores de pascua, solamente con dos bandejas de dulces navideños.
La televisión encendida en La 1, como manda la tradición, a pesar de que las campanadas siempre son desde el mismo lugar, desde esa torre del reloj de la Puerta del Sol madrileña, bajo el que se pasa tantas veces al año, sin fijarnos apenas,  y que esta noche es el protagonista absoluto.
Las palabras de rigor: " ¡cuidado, que lo primero que suenan son los cuartos!".
Las botellas de cava y sidra esperando ser descorchadas, en ese brindis primigenio de un año que se estrena.
Primera campanada..... Como autómatas, se van introduciendo con mayor o menor pericia, intentando llevar el compás, las uvas de la suerte....
Y doce....
Se sueltan los cucuruchos encima de la mesa, y se lleva a cabo el penúltimo ritual de besos y abrazos y feliz año, mientras algunos no pueden evitar que se escape alguna lágrima recordando las ausencias.
Las copas chocan, y se desea  que este año, del que apenas han transcurrido unos minutos, venga con más dicha que el anterior.
Se han cumplido todos los rituales, como así ha de ser, en un afán de conjurar a la  Suerte.
Y el día primero de enero amanecerá , contemplando los restos de esa ceremonia, transformada en serpentinas y confetis pisados por el suelo, en restos de turrón y polvorones,  y, para algunos, en una fenomenal resaca.

¡¡Feliz Año Nuevo!!

sábado, 29 de diciembre de 2012

Tal día hizo un año.

Lo bueno de escribir un blog, entre otras muchas cosas, es que funciona como un diario, en el que puedes ver como han ido evolucionando los acontecimientos y buscar situaciones anteriores. Por eso hoy, 29 de diciembre, he querido leer lo que escribí hace justo un año, el mismo día, pero en 2011. La entrada entonces se llamaba Complicación tranquila, como referencia a ese continuo estado en el que me muevo de montaña rusa, totalmente asumido ya por mi, pues son ya muchos los años que me conozco y en los que he aprendido a vivir con esa parte de mi misma que adora la sensación de mantener el equilibrio, mientras sostiene varias pelotas en el aire.
Acaba el 2012, que todo hay que decirlo, tampoco ha sido como para tirar cohetes aunque,en lo que a mi se refiere, sí ha colocado algunas cosas en su sitio, a pesar de que mentiene varias incógnitas.
Ante mi se abre otro año que tiene que asumir por subrogación aquellas cosas que este año viejo, en el que por cierto, no se acabó el mundo, deja como flecos.
Eso sí, los mismos propósitos del año pasado y de éste los quiero mantener para el venidero. Ocuparme de aquello en lo que puedo tener capacidad de resolución, tener salud, intentar ser lo más feliz posible, sabiendo que mi felicidad nace de la coherencia de mis actuaciones con mis sentimientos, trabajar para tener lo necesario que me satisfaga no más allá de esa felicidad que busco y sobre todo, cultivar la amistad y el cariño de aquellos que realmente sé que me quieren.
En fin, creo que no son  malos propósitos para afrontar este 2013 que, a poquito que se esfuerce, mejorará con creces el año que despedimos.

Y hoy, como siempre, mi deseo más sincero: sed felices.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Ilógica femenina

¿Existe una ilógica femenina? ¿Nos conducen a las mujeres unos comportamientos fuera de lo racional, en los que no seguimos aquello que sería lo coherente?
Hace tiempo leí un libro muy entretenido, titulado "Por qué los hombres no escuchan ni las mujeres saben leer un mapa", en el que se concluía que, efectivamente, nuestros parámetros físicos y mentales eran bastante distintos, por lo que las capacidades se medían de distinta manera. Desde una mayor o menor visión en perspectiva o circular hasta la capacidad verbal o lógica.
Claro, que eso no es absoluto, pues hay hombres que participan de  cualidades que son más femeninas y mujeres que, como yo, gozamos de una maravillosa orientación y leemos un mapa como si fuéramos el mejor explorador. Pero sí es verdad que en otras cosas la diferencia es importante, como ya he tenido ocasión de comentar en otros artículos, aunque en absoluto estoy de acuerdo en que nuestra lógica sea ilógica, simplemente responde a una categorización distinta de lo que importa o no.
Siempre  he dicho que la mente masculina, en general y salvando las excepciones,  prefiere el qué al por qué, el hecho a la causa. Por ejemplo:

- Mujer, no estés enfadada: postura masculina.

¿Qué esperamos oír nosotras?

- Cariño, ¿por qué estás enfadada?

Claro, que esa segunda opción es, para un hombre, la posibilidad de abrir la caja de los truenos, es decir de entrar en una discuaión que para nada, y menos si está esperando que empiece un partido o leyendo el periódico, desea. Por ello prefiere zanjar la cuestión con una frase que, en su opinión, da a entender que es consciente de la situación, pero que no va a entrar a mayores.
Y así  habría bastantes más ejemplos que, seguro, a todas se nos vienen a la cabeza.
Por ello no estoy en absoluto de acuerdo en que haya una falta de lógica en nuestro razonamineto femenino, sino que hay una que quiere ahondar en las causas y no quedarse en el simple "pues yo no lo veo así".
Porque seamos sinceros, más falta de lógica que hay en:

- (Ella) ¿Me quieres?
- (Él) Claro.
- ¿Por qué?
- Mujer, porque sí....

¿Nos suena?

Sed felices.

martes, 25 de diciembre de 2012

Navidad sin fantasmas.

Aunque dieron las doce, no hubo fantasmas de las Navidades pasadas, ni de las presentes, ni tan siquiera de las futuras.Aunque tampoco los esperaba.
Sabía que los fantasmas solo se presentan cuando hay cuentas pendientes y ella nunca las tuvo con la Navidad.

Siempre se sintió feliz en estas fechas. De niña, eran días de risas y alegría, de vacaciones, de panderetas y villancicos, del Nacimiento puesto en el salón, en el cual las ovejas a veces eran más grandes que los pastores, y en el que el castillo de Herodes, ese rey tan malvado que mataba a los niños, coronaba toda la composición.

Los días transcurrían entre visitas a la familia, representaciones de circo y películas del Walt Disney, a la espera del gran día, el día de Reyes, la mañana más luminosa de todo el año.

Cuando fue ya una mujer y vinieron sus hijos, les inculcó esa misma ilusión, y en su salón volvió a aparecer el árbol y el Nacimiento,  y la mañana del 6 de enero volvió a iluminarse con la sonrisa y los ojos admirados de sus niños.

Y el tiempo fue pasando, y en algunos años  ya empezaron a aparecer huecos en la mesa de Nochebuena, huecos de ausencia y de cariño que para nada  mermaron la alegría y la ilusión por celebrar lo mejor posible esas reuniones familiares, que a su vez se convertían en homenaje para aquellos que ya no estaban.

Le era difícil hacer entender a los que odiaban estas Fiestas, porque su gusto por ellas no emanaba de una creencia religiosa, ni tampoco por edulcorar la realidad,  sino de la propia esencia de saber que todo ser humano necesita de referencias en donde situar la felicidad y que, no cabe duda, ese espíritu reina esos días.

Porque, al final, todo se trata de eso, de buscar cómo y cuándo se puede ser feliz. Y la felicidad, siempre, conjura a los fantasmas.

Sed felices y Feliz navidad.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Contraseñas

- Marque el número del pin, por favor.
Y la dependiente nos coloca  la TPV delante para que nosotros teceleemos el número que nos va a permitir pagar con tarjeta.
También cuando vamos al cajero, nos indica la pantalla que escribamos el número secreto, al igual que para desbloquear el móvil, acceder al correo electrónico, entrar en Facebook.
En todas estas acciones hay que picar unos números o unas letras que, como el Abracadabra del cuento, nos permite el acceso.

A veces pienso que los seres humanos también estamos programados con contraseñas y, en ocasiones, me encuentro con que necesitaría saber cuáles son las palabra o los números acertados para poder comunicarme con ciertas personas, cuyo hermetismo hace que sus pensamientos se oculten bajo siete candados.

Y mira que doy vueltas, digo, hablo, comento.... Pero nada. En la frente de mi interlocutor parece que está escrito: ¿Ha olvidado su contraseña? Y lo que es peor, al igual que una cuenta de cualquier red social o del propio teléfono, la insistencia en acceder a las ideas o pensamientos lo único que provoca es un bloqueo que ni con el número PUN -por cierto, que nombre tan gracioso- consigo desbloquearlo.

En fin, que en este mundo en el que todos nos movemos con esas cadenas alfanuméricas no sería desacertado que, cuando nos presenten a alguién, además de su nombre  nos diga cuál es su contraseña de acceso, más que nada por ahorrarnos intentos fallidos que llegan al agotamiento y, también,  porque hablando se entiende la gente.

Sed felices.

jueves, 20 de diciembre de 2012

La nota : un cuento para el día del Fin del Mundo.

Había terminado de escribir la nota.
Depositó con cuidado el bolígrafo en la bandejita de plata que estaba junto al teclado del ordenador y tomó el folio, color crudo, de textura gruesa y con  membrete de su nombre entre los dedos y se dispuso a leer las palabras que habían ido fluyendo, como un río, dejando la superficie virgen, en un principio, repleta de la palabras manuscritas.

Miró el reloj de pulsera: eran las doce menos cuarto de la noche.
Se levantó, cogió un sobre de una vieja caja de madera pintada y con su letra de fina caligrafía escribió unas palabras.
Encima de la mesa, también junto al teclado, había un bote de cápsulas, que fue a coger, arrepintiéndose después de su acción.
Las doce menos diez.
Miró por la ventana. La calle estaba en silencio. Sentía, a pesar de que la calefacción estaba a tope, un frío extraño que la hacía temblar. También sus ojos estaban llenos de lágrimas.
Las doce menos cinco.
Sobre el sofá, un periódico abierto y un títular dramático: "Hoy, día 21, el Fin".
Sí, el fin. Llevába días y días pensando en este momento.
Las doce menos tres minutos.
No esperaría más.
Se dirigió otra vez a la mesa y cogió el medicamento. Lo abrió quedándose en suspenso mientras su vista se enganchaba otra vez en el reloj.
Las doce del veintiuno de diciembre de 2012.
Abrió el bote y volcó las pastillas en la mano....
Cogió dos y se las tragó de un golpe.
¡ Maldita gripe! Precisamente hoy, que tenía la Fiesta  del Fin del Mundo en la oficina. Llevaba ya seis comprimidos y como si nada. Seguro que tenía fiebre.
Cogió el sobre,  se dirigió a la cocina en donde lo sujetó a la nevera con un imán. Escrito en él  se podía leer:
"Te dejo dentro la lista de la compra. Son las doce y me voy a la cama. Mañana no me despiertes".
Eran las doce y cuarto.Entre estornudos, lagrimeos y mala leche se acostó, sin darse cuenta de que había pasado la medianoche y el mundo no se había acabado.

Sed felices.

La conferencia: un cuento antes del fin del mundo.

 Esta  entrada del blog es algo especial. Se ha hecho un grupo en Facebook y a traves de él un número de "cuentistas" hemos quedado emplazados a  poner un cuento en nuestras bitácoras un hora antes de que entremos en el famoso 21-12-2012.  Yo dejo este. Espero que  os guste.

 El paso de la calle al atrio del colegio mayor la hizo cerrar los ojos.  A Sara le costaba fijar la vista tras haber recorrido el largo trecho existente desde donde había aparcado el coche hasta el lugar en  se celebraría  la conferencia, bajo el sol abrasador de aquel junio madrileño.
Y a pesar de su liviano vestido de lino color café, que se sostenía con unos breves tirantes y más dejaba ver que cubría, no podía evitar sentir el calor. Menos mal que el aire acondicionado pronto volvería la temperatura de su cuerpo a los grados habituales.
Se quedó mirando el cartel anunciador de  la conferencia: “La rehidroxilación como método de datación en la cerámica antigua”, por el doctor César Montalvo.
Montalvo era una de las eminencias en datación de cerámica prehistórica y un avanzado en la utilización de los hidrófilos, en vez del carbono 14. A ella le habían encargado escribir un artículo sobre este método y por ello se encontraba allí, en esa tarde de verano.
Faltaba un cuarto de hora para que diera comienzo, aunque a pesar de ello no había mucho público. Sara comprendía que no era un tema para que se pegaran por asistir, a no ser que fueran como ella, especialista en la cerámica de la edad de bronce.
Suspiró aliviada al comprobar que el calor se iba evaporando y su piel empezaba a refrescarse. Se sentó, tirando sin mucho éxito del vestido hacia abajo, con la intención de que no quedarán demasiado al descubierto sus piernas. Y en estas estaba cuando le vio .Apoyado displicentemente en una columna,  con el pelo ondulado,  pantalón caqui y camisa blanca que resaltaba su bronceado. Sus ojos se quedaron fijos en él hasta que, como si sus pupilas le hubieran llamado, levantó la mirada y la observó a su vez.
Rápidamente bajó los ojos avergonzada de no se sabe qué. Se levantó deprisa y entró en la sala de conferencias, tomando asiento en la segunda fila, hacia el centro. Dejó su bolso en la silla a su derecha y comenzó a leer el programa de mano, hasta que una voz la interrumpió:
-    ¿Está ocupada?
Levantó la vista un tanto sobresaltada, comprobando que era el mismo hombre de la entrada.
-    No, no, lo siento- dijo Sara, balbuceando, mientras quitaba el bolso y se lo ponía en su regazo.
-    Gracias- contestó el desconocido, con una voz tenue, acompañando con una sonrisa su respuesta.
La sala se iba medio llenando, y   cinco minutos  después empezó la conferencia.
Se dio paso a los saludos y agradecimientos de rigor y el ponente comenzó su exposición, solicitando que se apagaran las luces. La  pantalla se iluminó y en grandes letras Sara pudo leer: “La rehidroxilación como método de datación en la cerámica antigua.” Bien- pensó- voy a concentrarme en la charla, que es a lo que he venido -mientras contemplaba una imagen de cerámica campaniforme del yacimiento de los Millares.
El conferenciante inició su charla, exponiendo las ventajas de su sistema.
– “… Este proceso ocurre de manera natural durante los periodos de calentamiento y enfriamiento veloces en la que moléculas de agua se incrustan entre los enlaces de ciertos compuestos, reformándose en grupos hidroxilos. Tiene especial importancia como forma de datación de elementos especialmente en la cerámica y alfarería prehistóricos”- Para a continuación exponer datos, cifras y porcentajes.
  Sara intentaba centrar su atención en ellos, a pesar de que no podía evitar mirar a su compañero de reojo. Cogió aire y al mismo tiempo percibió su aroma, suave, penetrante y masculino, que la empezó a  envolver y, sin saber por que, aceleró sus pulsaciones.
Su vista se fijó en un ánfora romana que ocupaba toda la pantalla, pero su mente volaba encalbalgada en ese olor que emanaba del hombre que tenía a su derecha.
Se removió intranquila, y al ir a colocarse nuevamente el vestido, rozó su mano.
-    Perdón- murmuró.
El se volvió hacia ella y la dirigió otra sonrisa acompañada de un leve movimiento de cabeza. Ella comprobó lo atractivo que era.
-    No hay de qué- respondió con un susurro.
El contacto de esa mano despertó en Sara una emoción inexplicable y el deseo de conocer su tacto. Esto hizo que se removiera un tanto nerviosa en su asiento, haciendo un verdadero esfuerzo por seguir el contenido de la conferencia.
- “La idea de la datación de cerámicas por rehidroxilación se desarrolló a partir de un problema conocido en la arquitectura , la cinética de expansión.- explicaba Montalvo, ilustrando con unas imágenes de un yacimiento arqueológico-  Las moléculas de arcilla tienen sitios en su configuración que naturalmente reaccionan con el agua, añadiendo así grupos hidroxilos que fueron removidos durante la producción de la pieza. Cuando la arcilla pasa por el fuego usado para hacer una olla o un ladrillo, se expulsan los grupos hidroxilos”- Y en la pantalla apareció una fórmula química, que Sara intentó relacionar con los retazos que había pretendido escuchar, abrumada por las sensaciones que sentía al notar la presencia del desconocido a su derecha: su olor, el calor que irradiaba y la silueta de su perfil recortada por luz proveniente de la pantalla de proyección  la envolvían y atraían sin remedio.
Con un sobresalto, sin saber al principio si era su pensamiento o la realidad, notó en verdad la presión de unos dedos en su pierna, que muy lentamente ascendían, milímetro a milímetro. A Sara se le cortó la respiración, sin saber que hacer. Se encontraba paralizada, mientras que esa mano seguía su ascensión, girando levemente su camino hacia la cara interna del muslo, en donde se detuvo. Si atreverse apenas a mirarle de reojo, vio que el hombre seguía con aparente atención la marcha de la conferencia. ¿Qué hacer? ¿Si se movía provocaría la huída? Notaba las mejillas ardiendo y  la respiración se le estaba acelerando. Cogió aire, y como si esa acción fuera la señal, la mano se puso otra vez en movimiento, algo más rápida, llegando hasta el pliegue de su pierna con el vientre. Ahí se volvió a detener, para que acto seguido, y esta vez con el dedo índice acariciara muy suave y lentamente el límite de su sexo. Sara notaba como su vientre se tensaba mientras que con su mano izquierda se aferraba al borde del asiento, intentando sujetar los gemidos que nacían de su interior. La mano empezó a descender, otra vez lenta e inexorablemente, pero con una suavidad que la estaba haciendo enloquecer. En un acto reflejo, cerró las piernas, dejando los dedos entre sus muslos, que ahora notaba empapados de sudor, mientras que  todo su cuerpo se convulsionó en  uno de los clímax más increíbles que jamás había gozado.
Y como si el universo hubiera entrado en colisión, los aplausos rompieron el silencio,  la mano se retiró presurosa y las luces se encendieron.
Sara, intentando recuperar  el  hálito, se giró a su derecha,  queriendo ver al hombre, pero solo distinguió su espalda, que se perdió entre el público.
-    ¿Se encuentra usted bien?-  escuchó a alguien preguntar.
-    ¿Eh? Si, si, perfectamente-contestó a una amable señora entrada en años que la intentaba abanicar.
-    Es que está muy sofocada, querida... Estos calores son terribles, ¿verdad?
-    Si,  – balbuceó Sara- sí, lo son. Gracias.
Todavía temblorosa, y con la respiración entrecortada, recogió su bolso, se levantó estirándose el vestido y salió lentamente de sala, dándose cuenta de que no había escuchado nada de la conferencia…

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Sanidad pública sí, gracias

El 23 de agosto de 1993 mi madre sufrió un grave accidente que la mantuvo en coma durante veintiocho días. Todo un equipo de intensivistas, neurólogos, Ats, celadores y demás personal se pusieron en marcha para llevar a cabo una preciosa tarea: salvar su la vida.
Tenía un traumatismo craneo encefálico grave, que le produjo un edema que fue necesario reducir. También la intubación prolongada obligó a realizarle una traqueotomía. Asimismo, dadas sus graves lesiones, el riesgo de muerte por infección múltiple tuvo que atajarse mediante un tratamiento, entonces experimental, del que era pionero el hospital en el que estaba ingresada, junto con uno de Munich y otro de Londres.
Cuando salió del coma y la subieron a planta, entró en otra fase del tramiento, en principio poco esperanzador pero que, gracias al empeño de los doctores, el cuerpo de enfermería y de la naturaleza de mi madre, fue teniendo efecto.
El  4 de noviembre de 1993 mi madre salía andando del hospital.
En esos tres meses pude comprobar la profesionalidad y entrega de nuestros médicos, de nuestro personal sanitario. Mi madre volvió a nacer.
El hospital era un hospital público, el Gregorio Marañón.
Y como yo, seguro que hay cientos que pueden contar sus experiencias en la Sanidad pública, que ha sido siempre nuestro orgullo.
Hoy mi corazón se encoge. Veo compañeros encerrados defendiendo el derecho que tenemos todos a nuestra salud y, sinceramente, no lo entiendo.
Valgan estas humilde palabras hoy como apoyo a todos lo que luchan por defender algo que, sin lugar a dudas, se defiende solo.
En mi nombre y en el de mi madre, gracias a la Sanidad Pública.

Sed felices.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Desconciertos

Cuando quien dice ser tu amigo no entiende tu libertad.

Cuando aquel que valora sus acciones dice que las tuyas son fruto del azar.

Cuando alguien dice ser justo con una sola vara de medir: la suya.

Cuando alguien habla con palabras que esconden otras palabras que teme pronunciar.

Cuando se critica en el otro aquello que en si mismo no se cumple.

Cuando se quiere ser el centro del mundo aunque el mundo no lo sepa.

Cuando un mal jinete, al que le tiran todos los caballos, le echa la culpa a los caballos.

Cuando en nombre de la amistad se ha izado la bandera de la obligación.

Cuando se han pedido respuestas y solo se han  encontrado evasivas.

Cuando el pensamiento no tiene lugar para el sentimiento.

Cuando el que dice quererte te hace llorar.....

Sed felices.





sábado, 15 de diciembre de 2012

Tango

Hay una vieja película argentina de los años treinta que se titula La vida es un tango. Debo de confesar que no la he visto, pero ya por el título me supongo que el argumento será tan dramático como suelen ser este tipo de música. Pero hoy no voy a hablar de amores desgarrados ni de pisitos a media luz, sino quiero hacer una metáfora con el tango, pero bailado.
Mi padre, que fue un gran bailarín, me enseñó a bailarlo, o mejor dicho a medio bailarlo, pues tengo que reconocer la gran dificultad que tienen los trenzados, giros y pasos de este baile, en los que la sincronización de la pareja tiene que ser milimétrica. De no ser así, pisotones y tropezones convierten en una parodia deslucida este maravilloso baile. Los tiempos son fundamentales, ni antes ni después debe darse ese avance o ese retroceso, en el que la proximidad de los cuerpos hace que sean casi las vibraciones de los músculos al compás de la música lo que lleve el ritmo.
Pues bien, en la vida cotidiana mucha veces nos pasa lo mismo. Podemos ser grandes bailarines, pero si no somos capaces de sincronizarnos con aquel con quien nos ha tocado bailar, es muy difícil salir bien parado del trance.
Como he dicho, el "tempo" es el que nos va a marcar. No vale ir por delante ni vale quedarse una nota más atrás. No vale pisar y decir lo siento. El tango ya ha quedado deslucido y sin compás..

Sed felices.

jueves, 13 de diciembre de 2012

El portero del prostíbulo: ante la adversidad, oportunidad.





Hay un cuento recogido por Jorge Bucay que tiene por nombre El Portero del Prostíbulo. Es una magnifica parábola acerca de lo que significa afrontar la realidad con decisión y saber que ante la adversidad no hay mejor reacción que la de querer avanzar, incluso cuando las circunstancias pueden ser las peores.
En este cuento, que recomiendo lean[1], nos cuentan como un hombre, un pobre hombre es capaz de convertir la adversidad en oportunidad.
En una sociedad como la actual, en la que nuestros objetivos se han basado en el tener, y en el que cualquier dificultad que se nos presenta, nos provoca pánico, el cuento de Jorge Bucay abre una nueva perspectiva.
¿Por qué ante las mismas circunstancias, unos triunfan y otros no? ¿Por qué teniendo algunas personas lo que llamaríamos condiciones que preconizarían un futuro negro, al cabo del tiempo resultan ser los triunfadores? Todos tenemos en la mente personajes de las más variadas actividades humanas cuyos principios no auguraban lo que llegaron a ser…Personas que fracasaron en el colegio en áreas en las que luego llegaron a obtener el máximo reconocimiento, personas que se vieron obligadas a dejar los estudios a muy temprana edad, y que años más tarde triunfan en los negocios.
¿Qué hay de común en todas ellas? En que se ocuparon más en ser que en tener. Eran pintores, poetas, físicos o emprendedores, no poseedores de coches, chalets o apartamentos en la playa. Y a pesar de que en un principio la sociedad, a través de arquetipos establecidos seculares, les juzgó como “fracasos”, posteriormente se tuvo que plegar a su éxito.
Las adversidades, las crisis son incómodas, no cabe duda, pero no tienen que resultar nefastas. Los orientales escriben crisis con dos ideogramas: peligro y oportunidad. Pero este peligro es precaución, no huida. Y de la precaución  debe nacer de la reflexión, y de esa reflexión surgirá a su vez aprovechar aquella oportunidad que se nos presenta y que de haber sido otra la circunstancia, nunca, nunca, hubiéramos conocido.
Estos tiempos nos empujan al cambio. Seguramente  todos y todas estemos tan acomodados (que no satisfechos) que no nos planteamos modificar un ápice nuestras vidas. Y cuando realmente nos vemos empujados a ese cambio obligatoriamente, como puede ser un despido del trabajo, nos perdemos. Y quizás era un trabajo que no nos satisfacía y que nos obligaba cada día a levantarnos con desgana, a estar durante ocho horas esperando volver a casa para otra vez empezar…Es decir un trabajo que nos permitía tener pero no ser.
Empecemos a pensar en que estos cambios, que en principio pueden ser adversidades, se conviertan en oportunidades. Oportunidades que otros fueron capaces de aprovechar y que hoy en día se sienten orgullosos de lo que son, no de lo que tienen.

Sed felices.






lunes, 10 de diciembre de 2012

Con-vivencia

Soltó el bolso encima de la cama, y se sentó en el borde con un suspiro. Se quitó los zapatos de tacón, negros como las medias, como la falda. Últimamente gustaba de vestirse con prendas de ese color o de no color, que nunca supo definirlo. Movió despacio los dedos de los pies, un tanto entumecidos por el frío, aunque no tanto como su cabeza, después de la reunión que había tenido y de la que no había salido contenta.
En fin, pensó  a lo Escarlata O´Hara, mañana será otro día.  Se envolvió en el albornoz, se sujetó con una pinza la melena y se fue a la cocina a prepararse algo de comer.
Lo que vió la dejó sin aliento. Diseminado por el suelo aparecían  restos orgánicos, hechos trozos y que pringaban el suelo de vestigios de carne, grasa y algo de sangre.
Al lado trozos de cristal, que se mezclaban con los pingajos en un macabro batiburrillo.
Miró a su alrededor, como si de esta manera pudiera hallar solución al panorama que se había encontrado.
Una mezcla de repulsión y pena se mezclaba en su interior, cuando al entrar pisó un trozo de carne.
Y lo peor era que sabía quien lo había hecho. No cabía la menor duda.
¿Qué hacer? Porque algo tenía que hacer.
Retrocedió unos pasos al oír un ruido y vió veloz una sombra cruzar el pasillo y entrar en una las habitaciones.
Muy despacio, sin apenas ruido, se acercó sigilosa hasta llegar a la puerta. Se asomó y vió dos ojos relucientes clavados en ella.
- ¡Robin, gato malo!- gritó al animalito, que todavía se relamía con el banquete.
Una vez más su glotona mascota se la había jugado, tirando al suelo el plato con los restos de carne guisada que habían sobrado de la comida y que ella pensaba aprovechar para cenar.
Robin la miró con sus ojos verdes y maulló, lenta y suavemente, como si pidiera disculpas. Ella se acercó y rozó con sus dedos el suave pelo naranja y blanco del felino, que ronroneando, se froto en sus piernas, como muestra de arrepentimiento.
- ¡Que voy a hacer contigo!- exclamo, ya con media sonrisa.
Y dando la vuelta, se dirigió resignada a limpiar los restos del desastre. Al fin y la cabo no dejaban de ser riesgos de la convivencia, que nadie dijo que fuera fácil.

Sed felices.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Las sombras de Grey o el porno de mamás

No, no las he leído, vaya eso por delante, y tampoco está en mi ánimo el leerlas de inmediato, aunque la verdad sea dicha que, después de ver el último artículo sobre esta trilogía me pica la curiosidad, sobre todo al observar que lo denominan el porno para mamás.
No sabía que hay porno para madres, padres, carteros o inspectores de Hacienda, pero mira tú por donde, debe ser así.
En fin, que ya sin poder resistirme, me he zambullido en dicho artículo, en el que se cuentan las tremendas visicitudes que está sufriendo el equipo que va a convertir esta literatura en película, porque se niegan a  que sea una película pornografica.  Vaya, pienso, partiendo de la calificación graciosa de "porno para mamás", no me imagino que los gionistas la vayan a transformar en una de Walt Disney....
En fin, que no hay como dar con la clave para vender libros, aunque esas claves no sean nada innovadoras. Al fin y al cabo, el centro argumental de esas cincuenta sombras son las relaciones sadomasoquistas, que ya con el inefable Marqués de Sade están recogidas literariamente en obras como Justine, o en una época más próxima en Historia de O.  Tal vez, como pasa con otras obras literarias, a la gente le cuesta acercarse a los clásicos.
Una, que anda entre escritores- lo siento, sé que son malas compañías- oye quejas y suspiros de lo difícil que es conseguir que a uno le lean o simplemente que le publiquen, contempla asombrada el éxito de esta escritora británica E.L. James, cuya calidad literaria está en entredicho, y que parece ser fue en principio un apéndice de Crepúsculo, best seller también amoroso, pero esta vez de vampiros y hombres lobos.
No es mi intención hacer una critica formal de estas obras que, ya he dicho al principio, no he leído, ni siquiera de la  actividad sexual que refiere, ya que cada uno es muy libre de obtener placer, si es consentido, por supuesto. Simplemente he querido, en esta noche rural, tranquila y reposada en la que me he sorprendido por este artículo, compartir con vosotros la curiosidad del éxito de una trilogía fundamentada en las relaciones de dominación (varón) y sumisión (mujer) , en pleno siglo XXI, y en unos tiempos en los que muchas nos dejamos las uñas en el teclado y los tacones en las aceras para remarcar que cualquier relación entre hombres y mujeres, ya sea sexual, laboral u otra , tiene que basarse en la igualdad.
¿Porno para mamás?... ¡Cómo está el patio!.

Sed felices.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Tiempo dormido

Escribo esta entrada con el eco de la campana llamando a misa de siete, el acontecimiento social más importante, después de la misa mayor.
Acabo de volver de dar un paseo, comenzado entre dos luces y ya de noche al llegar a casa, donde me recibe el olor y el calor de  la leña  ardiendo en la chimenea.
Me preparo un té y me siento al ordenador, esperando que la conexión wifi del móvil no me traicione y me permita escribir esta entrada completa.
¿Qué os cuento en esta tarde de otoño vestido de invierno? Si queréis os puedo hablar de la tranquilidad de los campos, esta mañana, cuando todavía blancos de escarcha, recorría los caminos linderos, junto al río. También os puedo describir el olor del pan, cociéndose en la tahona, junto con la perrunillas y los mantecados, que inundaba toda la calle, cuando fui a comprarlo. O quizá, mejor, os relato la conversación con el alcalde, sobre la fabricación de orujo, en la puerta de uno de los pocos bares que existen en este pequeño pueblo, en donde he venido a refugiarme de tanto quehacer cotidiano.
Lo que más me llama la atención y me seduce es la sucesión del tiempo en estos lugares. Parece, incluso físicamente, que corre más lento, más concienzudo, como si cada minuto se quedara un  poquito en suspenso, aspirando la serenidad del ambiente. Es algo tangible, que se puede respirar, y a lo que te quedas por instantes enganchada.
Emana de la propia tierra la sensación de paz al recorrer los caminos vacíos, al contemplar los campos dormidos, abiertos en surcos, esperando que la primavera los preñe de semillas, que se elevaran como espigas hacia el cielo. Mientras reposan bajo el manto blanco del rocío helado.
Vuelvo a escuchar la campana, esta vez dando la media. Si me asomara, vería la torre de la iglesia, de románico tardío, con sus cuatro ojos numerados, iluminando la fuente y los cipreses de la plaza y el silencio de la noche.
Y con ese silencio os dejo, transformado en paz de espiritu, que quisiera poder guardar, como se almacena el más preciado elixir, para cuando tenga que volver al fárrago del día día.

Sed felices. Yo lo soy.



martes, 4 de diciembre de 2012

Amor en los dedos.

- ¡Por fin!
- ¡Vaya recibimiento!
- Es que se me estaba haciendo eterno....
- Bueno, pues estoy aquí...
- Ya, ya lo veo.... ¿Has pensado en mi?
- No te me has ido de la cabeza en todo el día, era como un molinillo.
- Jajajaja....
- ¿Por qué te ríes..?
- No sé, me haces gracia. ¿Y que pensabas?
- Pues ya lo sabes.... No hace falta que te lo diga.
- Es que me gusta que me lo repitas....
- Pues... en tí, en como te veía, en la luz que resbalaba por tu cuerpo, el brillo de tus ojos, de tus labios...
- ¿Y que más ?....
- Ya te lo dije anoche...
- Bueno, pero ayer es ayer y hoy es hoy. La verdad es que estabas bastante más locuaz. Debió ser la sopresa.
- Pues sí, quizá. Es que no me esperaba que hicieras lo que te había pedido.
- Considéralo un regalo de Papa Noel adelantado.
- Jajaja.... ¿Entonces en Reyes?
- En Reyes..... Espera...
.........................................................................
- Ya. He ido a buscar un enchufe. Se me estaba quedando el móvil sin batería.... ¿De qué hablábamos?
- De la foto que me enviaste anoche, tuya, vestida, o desnuda,  de encaje negro.
Los dedos de ella se detuvieron un instante en el teclado del WathsApp, y luego volaron veloces por las teclas....
- Anda, amor, dime, otra vez,  lo que sentiste al verla.....

Sed felices

domingo, 2 de diciembre de 2012

Inquietud tentadora.

No tengo hoy nada que contaros, o quizá serían tantas cosas....
Como una es disciplinada y tiene la costumbre de escribir cada dos días, me veo en la obligación de afrontar el vacío de este blog y llenarlo de palabras, aunque esas palabras no tomen forma por que las ideas se han acomodado en el fondo de mi mente y se niegan a salir en un orden lógico.
Bueno, tampoco es del todo cierto que no pueda hablar de cosas, conocida es mi capacidad verbal, pero no sería interesante y además estaría mi exposición teñida de un cierto excepticismo por las cosas y las personas, sobre todas por algunas que hasta ahora formaban parte de mi existencia diaria.
Últimamente mi espíritu está inquieto, bueno siempre lo está, pero en estos últimos tiempos más, con ganas de volar, de alejarse de una cotidianeidad que se me presenta un tanto gris y monótona. Y eso no es nada bueno para mi, pues si hay algo que me mata es el aburrimiento.
Sé que de cara a la galería mi vida puede parecer de todo menos aburrida, si  la medimos por los parámetros de la mayoría. Pero como la vara  es la mía, no puedo por menos que sentir que me acerco a ese límite en el que el cuerpo y el espíritu me pide un giro, quizá un nuevo horizonte.
Seguro que muchos de mis lectores estarán pensando en lo mismo: año nuevo, vida nueva , y haciéndose promesas de cambio en algunos aspectos, ya sean físicos (el clásico dejar de fumar) o anímicos (romper o retomar relaciones) en esa búsqueda constante de la felicidad.
Y es que la vida es muy corta para aburrirse ¿no? O quizá es que yo pido mucho. No lo sé, pero esta inquietud que me ronda y que me empieza a susurrar al oído es muy tentadora,  y reconozco en ella  lo que  siempre me ha impulsado a abordar nuevas metas  cuando he creído agotadas las presentes.
En fin, que por delante tengo varios día para reflexionar si con el nuevo año cerraré algunas puertas que ya no tienen interés y abriré nuevas ventanas que dejen entrar el aire fresco de los nuevos proyectos.
¡Qué tentación!

Sed felices. Solo quedan 29 días.


viernes, 30 de noviembre de 2012

Libros

El frío de la calle se metía entre los pocos resquicios que la ropa de abrigo permitía. Su pequeña mano derecha, calzada con un guante de lana,  se aferraba a la de su padre, con cierto temor de perderla en el trasiego del gentío, que se cruzaba con ella. Con la otra mano palpaba un pequeño monedero en el que estaban a buen recaudo sus ahorros.

Por fin llegaron. La puerta del local era de madera, un tanto retranqueda, de tal manera que permitía no solo los dos escaparates al uso, sino otros dos más pequeños, en los que se exhibían, brillantes bajo las luces, toda clase de libros, aunque abundando más los de relatos.
 Se detuvieron un momento, para localizar el que era objeto de su visita. A ella, por ser pequeña, le costaba abarcar todo el contenido, pero habían sido tantas las veces que, camino del colegio, se había detenido para mirarlo, que no le costó más que un segundo localizarlo. Allí estaba, con la sobrecubierta de papel en la que había una preciosa ilustración.  Apretó la mano de su padre con una emoción contenida, lo que produjo una inmedita sonrisa en aquel.
- ¿Entramos?

Los nervios la impedía ni siquiera contestar. Solo pudo asentir con la cabeza.

En su interior, la librería era estrecha y por doquier se apilaban las obras en estantes y mostradores. El olor a papel impreso, en ese momento el mejor perfume para ella, le impregnó la nariz.

El librero la sonrió. Ya se conocían, pues semanas antes, había hecho la promesa  de guardar el libro hasta que ella pudiera ahorrar de su pequeña paga para comprarlo.

No hicieron apenas falta las palabras. El librero abrió el escaparate y con toda solemnidad extrajo el libro que depositó en las manos de la niña: Los cuentos de los hermanos Grimm.

Ya no existe esa librería. Por el local han pasado muchos negocios y en la actualidad hay un cartel de Se traspasa. Pero ella, siendo como es ya una mujer, sigue viendo en ese escaparate la belleza de los libros y escuchando la voz de ese librero aquel día de invierno:
- Recuerda, pequeña, que nunca estarás sola con un libro.

Sed felices.



miércoles, 28 de noviembre de 2012

Perros verdes

Hay días que me siento extraña entre conocidos y me siento acogida entre extraños. Es la  sensación de ser tan rara como un perro verde.

Miro y remiro el entorno como si me hubieran cambiado el paisaje, y eso que los lugares y las personas me son del todo conocidas. Y entonces me pregunto: ¿seré yo, la que estoy sufriendo una mutación y cada vez entiendo menos a quienes, hasta hace poco, eran cercanos?

Porque en muchas ocasiones las obsesiones y preocupaciones reticentes, renuentes y sobre todo inoperantes que veo alrededor, me son completamente ajenas. Es más, me parecen tal pérdida de tiempo, que acaban por saturarme.

Día a día veo como muchos se desgastan en luchas para las que no tienen pertrechos o, lo que es peor, ni siquiera salen al campo de batalla, contentándose en otear el horizonte y pontificando, como si de su boca saliera palabra de Dios.Y no son pocos. Por eso empiezo a pensar que, como el del chiste, yo soy de las pocas que llevo el paso cambiado.

Y mientras, quizá en un acto de irresponsabilidad, no lo sé, yo sigo en mi microcosmos, en mis tareas y en mi vida cotidiana, procurando ofrecer mi mano a quien me lo solicita, pero parándome cada vez menos en lamentarme y en pensar que todo es gris y feo.

La vida es muy corta como para perderse en disquisiciones empíricas, en las cuales afloran más las teorías bibliográficas que la sinceridad de un actuar para cambiar.

Y al final, una termina juntándose con otros perros verdes que todavía creen que un verso, una palabra, una caricia, un paso hacia adelante, hace más que un montón de quejas.

Sed felices.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Madera de líder

Con la resaca de las elecciones  de Catalunya, sola, ante mi escritorio, reflexiono sobre la afirmación que llevo oyendo hace muchísimo tiempo: la necesidad de un líder.
Un líder.... Es verdad que los grupos sociales necesitamos líderes que abanderen los proyectos que surgen de las ideas, aunque no tengo tan seguro que, visto lo visto, muchos sepan que características atribuirle.
Algunos, protagonistas o no, hemos oído desde edad temprana que tal niño o niña tiene madera de lider, porque gusta de sugerir, empujar o apoyar las acciones o a las personas para llegar a sus objetivos y además no tiene ningún empacho en encabezar reivindicaciones. Nada que ver con el matón de patio, por supuesto, que ese en vez de liderar lo único que hace es amendrantar y que como mucho, de mayor, acabará siendo el guardaspaldas del lider.
Pero debe ser que muchos, tocados por el liderazgo en la infancia, se quedan en el camino porque, actualmente, se distinguen pocos en los entornos políticos, empresariales o sociales.
Últimamente veo sobre todo mediocres ensalzados por aquellos a los que sirven, engañados y creídos de haber sido elegidos por sus méritos. Incapaces de hilar una palabra tras de otra sin papel, necesitan que le escriban los discursos, eso si, en Arial de 14 para que lo puedan leer bien, y se ven condenados a esperar que les digan como, donde y cuando abrir la boca.
Son seres intrumentalizados y al servicio de aquellos que, encantados de manejar los hilos en la sombra, dejan que estos personajes que no tienen ningún mérito, ni siquiera el de conocer sus propios límites, ocupen puestos de responsabilidad. Nada que ver con un líder.
En fin, que sí, que es cierto que esta sociedad necesita buenos guías, que tengan ideas, criterio, formación y valores, herramientas imprescindibles para crear buenos equipos y  que sirvan para llevar adelante proyectos innovadores que rompan esta inercia aburrida y monótona que parece que nos arrastra en el día a día.
¿Tal vez tú?

Sed felices

sábado, 24 de noviembre de 2012

La letra perdida

Las estaciones del metro se suceden, solamente rota su monotonía por los trasbordos que la han de llevar a su cita y las conversaciones con las amigas, que la acompañan y que, como casi todos los viernes, convierten la tarde en un lugar de encuentros.
Por fin salen a la superficie y entran en el local, buscando la sala, a la que se accede a través de una incómoda y retorcida escalera. Es pronto todavía. Eligen un lugar cercano pero no en primera fila, quizá ese lo quieran los familiares. Al fondo, una mesa vestida con un lienzo blanco, austera, sin adornos, cerrada en dos lados por cortinajes púpuras, se asemeja a un altar. No es vana la comparación. Al fin y al cabo, lo que ve a tener lugar no deja de ser una ceremonia, un ritual.
La sala se va llenando cada vez más. Rostros conocidos que la saludan y que dan lugar a conversaciones, junto con otros que le son ajenos pero a los que esta tarde se siente unida por un nexo común: La letra perdida.
La hora se acerca y vislumbra al poeta rodeado de gente, de negro, elegante, con la sonrisa tensa que precede al reto. Se abre un pasillo y se acerca a la mesa, seguido de los que le harán los honores.
En breves minutos, La letra perdida abrirá sus paginas y en la voz de su autor desgranará sus poemas, algunos terribles, otros reflejo de esos miedos que temen más que nada al propio miedo, aquellos ceñidos por una corbata de prejuicios.
Les saluda Houdini, abriendo los candados de la presentación, dejando salir la magia de la poesía.
El silencio de la sala solo se quiebra con aplausos con el último verso de cada poema, cuyas palabras flotan en esa tarde de noviembre. Ella mira al poeta en la distancia con orgullo y un sentimiento tierno, como de hermana mayor, porque sabe todo lo que hay detrás de ese libro, al que, en propias declaraciones del autor y como si de Orfeo se tratara, rescató del propio Infierno para volver a encontrarse con la palabra.
Y al final, ese poema esperado, ese poema que  dice que el amor todo lo mueve, ya sea el mar u Homero, en una tarde perfumada, paseando por Berlín. Con el último verso de ese último poema,  que casi coincide con su suspiro contenido, acaba la ceremonia.

Bajo los tilos...

La letra perdida, último poemario de Fernando López de Ediciones Vitrubio, fue presentado ayer, día 23 de noviembre de 2012

jueves, 22 de noviembre de 2012

Tacones rebeldes

Es curioso como en estos dos años largos  en los que he ido escribiendo estos artículos, éstos se me han ido rebelando y campando por sus respetos de tal manera que, lo que iba a ser un blog medio profesional, se ha convertido en un fiel y no tan fiel reflejo de mis pensamientos, porque, a apesar de lo que algunos piensan hay mucho de verdad, pero también de juego.
 Vaya, que este blog se me ha rebelado y revelado. Rebelado, porque  la trayectoria  que ha seguido es absolutamente introspectiva, y he tenido la sensación de que me ha provocado en muchas ocasiones, obligándome a seguir el camino que la diferente aceptación de los artículos me ha ido marcando.
Por otra parte, ha sido para una revelación, pues como si de una herramienta terapéutica se tratara, he colocado pensamientos propios y ajenos que han llegado a tanta y tanta gente que a veces me parece imposible.
Por eso no tengo más remedio que seguir el camino que los lectores me marcan y he decidido crear otro blog, éste profesional, para dejar a mis tacones que vayan marcando el paso que parece que tiene que ser.
No obstante, no sé de que me extraño. Es normal que tenga un blog algo rebelde: todo se pega menos la hermosura. Una siempre ha tenido esa fama, de poco convencional, y es lógico que al final esa característica haya fluido desde mis dedos hasta el teclado e impregne mis artículos.
Más de setenta mil visitas  me dicen que algo debo de estar haciendo bien. Que hablar de la vida, de los sentimientos, de lo que nos preocupa y de lo que nos hace feliz es común a todos y que a todos llega.
En fin, que sigo con mis zapatos de tacón, que a veces rozan un poco, pero que son, al fin y al cabo mi elección para caminar por esta vida.
Y mientras....

Sed felices.

martes, 20 de noviembre de 2012

Como niños

Yo tuve una infancia feliz y eso es una gran ventaja para llegar a adulta con el suficiente equilibrio como para que la vida no se te eche encima. Y esa felicidad estaba envuelta en el cariño de mi familia, no solo de mis padres, sino también de abuelos, tíos y primos, quienes no dejaban  pasar ninguna ocasión para reunirnos, ya fuera un cumpleaños, navidad  o una merienda en el campo.

Recuerdo con cierta nostalgia, pero también con luminosidad, las noches de verano en que bajaba con mi abuela y las vecinas a la calle, buscando el fresco que aliviara los rigores del verano madrileño, y mientras ella, abanico en mano, charlaba de lo humano y lo divino, yo, con otros niños, jugábamos al rescate, sin bajarnos de la acera, eso sí, o retábamos a los barrenderos a mojarnos, cantando "la manga riega, que aquí no llega".

También, y aunque entonces no lo valoraba en su justa medida, formar parte de una familia numerosa me permitió crecer en un entorno en el que el aburrimiento acampaba lejos de mi casa , siempre llena de jaleo y risas de niños.Yo no jugaba con la video consola, sino a la goma en la calle, ni usaba las redes sociales para chatear con las amigas, a las que veía en clase y con las que charlaba en el patio del colegio mientras que comíamos un bocadillo de embutido y no un bollito sofisticado.

Sí, fui una niña feliz, porque  tuve los besos de mi padre, los cuidados de mi madre y las risas de mis hermanos. Y a veces, cuando la vida me oprime por las costuras, abro el baúl de mi memoria, y tiro de esas sensaciones que me reconfortan como un tónico afectivo.

Todos los adultos deberíamos intentar que nuestros niños fueran felices, porque si no lo son, serán incapaces de enfrentarse a la responsabilidad de crecer. Y esa felicidad, acompañada también de la guía necesaria para que aprendan los límites, seguro que, como un virus benefactor, contagiará a los demás.

Hoy es el Día Universal del Niño. Volvamos a ser felices, aunque sea por unas horas, como cuando éramos niños y el mundo nos sonreía.

domingo, 18 de noviembre de 2012

De luces, nieblas e ideales

¿El amor como ideal o el amor como realidad?

Abro con esta pregunta mi blog, en este domingo de noviembre, en el que el sol matutino luce tras las lluvias. ¿Y por qué? Pues porque quiero dedicar hoy mi entrada a comentar brevemente la novela que tuve la ocasión de presentar el jueves pasado, junto con su autor, José Guadalajara, La luz que oculta la niebla.
Como yo no soy crítica literaria, no voy a hacer ningún comentario sobre ese aspecto, que ya se han hecho y se harán con mucho rigor,  sino hacer una pequeña reflexión sobre la historia de amor que nos cuenta.
Como dije en la presentación, tuve la oportunidad de conocer la novela cuando era un cuaderno con tapas duras y un gusanillo y de disertar posteriormente con el autor, largo y tendido,  sobre su contenido.  En el fondo, y en mi opinión, la novela es un tratado, escrito con un cuidado exquisito, del amor como ideal.
Y es que los seres humanos siempre nos enamoramos de aquello que creemos es el ser amado, más en la ausencia que en la presencia. Algo parecido a esos monumentos admirados en fotografía, que luego al contemplarlos in situ, nos muestran algunos desconchones y deslucimientos.
No obstante, todos queremos tener al ser amado cerca, tocarle , acariciarle, besarle, y  vivimos su ausencia con pesar. Y en esa cercanía de lo cotidiano, a veces ese telón, ese barniz, se desgasta y empieza a dejar al descubiero aquello que no nos gusta o que nos parece con falta de lustre, y acabamos amando más el recuerdo construido con aquello que nos agrada,  que a la persona, tal y como es es realidad.
La novela narra una historia de amor y de su recuerdo , en la voz de una mujer, que hace del objeto de  esta pasión el centro en el que pivota su vida desde el mismo momento en que lo encuentra.
Tal vez esa sea la felicidad, la búsqueda de ese ideal que impregna nuestros sueños.
Os invito a conocer La luz que oculta la niebla y a descubrir esta preciosa novela, escrita con lápiz de labios.

Sed felices.



jueves, 15 de noviembre de 2012

Alineación planetaria.

Hay ocasiones, como ahora, en que me siento alineada con el mundo, en una especie de extraña conjunción planetaria, de esas que hacen que las mareas se trastornen o que los niños nacidos bajo ella sean genios o psicópatas.

Veo las noticias, los diarios, y contemplo esa multitud de personas, cuyo número se encoge o se expande, según sean las fuentes que lo comentan, y que ayer llenaron las calles de nuestro país, reclamando unos derechos que se han arrancado de cuajo y sin anestesia.

Me conmueve el sentimiento, aunque no tanto como otras veces, pues me temo que mi capacidad de conmoción está practicamente ocupada en gestionar esta situación personal que se me ha venido encima, no como un tsunami, sino como el más catastrófico de los meteoritos.

Y entonces, a pesar de que me siento alineada, en ese afán de búsqueda de la justicia y de la libertad, no puedo por menos que relativizar, porque quizá soy egoísta y me duele, esta vez,  más mi dolor que el de los demás.

No obstante, siento que el mundo y yo lloramos por la misma causa: la injusticia. La que hay tras la muerte prematura o tras el abandono del necesitado.

Por eso ayer, me sujeté esa pena interior y salí a la calle, como tantos otros, como muchos que, seguramente, también tendrían su alma en su almario.

Y espero que, de la misma manera, el mundo y yo nos volvamos a alinear, pero esta vez en la esperanza.

Sed felices.


martes, 13 de noviembre de 2012

Es la vida...

He perdido parte de mi infancia y de mi adolescencia, porque eran recuerdos compartidos, y ahora serán nada más que soliloquios.
Nunca más un "te acuerdas cuando..." y después una risa, esa risa tuya tan contagiosa.
Canciones, libros, amores y desamores de nuestro imaginario particular,  la memoria paseada de la mano durante cincuenta años y que ayer se rompió  en dos mitades.
No soy nadie para lamentarme, es la vida, me digo en ese afán de justificar el por qué del dolor y la pérdida. Es verdad, es la Vida, con mayúsculas, que  no es más que un viaje, al que has llegado a su final envuelta en música de Hendel.
He abierto la agenda. Mañana es la huelga general, pero pasado las tareas cotidianas volverán a ocupar mis afanes, y además, tendré que borrar tu número de móvil, los últimos mensajes que nos cruzamos y empezar a pensar que ya no estás donde siempre estabas.
Es la Vida, la vida con mayúsculas, formadas por la vidas de cada uno de nosotros y de la que cedemos parte cuando alguien a quien queremos se va.
Hoy he perdido algo de mi infancia y de mi adolescencia....
Tú te has ido, Marta,  y yo un poco contigo.

Sed felices.



domingo, 11 de noviembre de 2012

El tiempo de las hojas amarillas

Ve desde la ventana el árbol que ha sido el testimonio físico del paso de las estaciones durante tantos años. Hoy luce una explosión de naranjas y amarillos, apenas veteados de verde. Pronto sus ramas asomarán desnudas y braceando bajo el viento invernal, para brotar verdes en primavera.
Pero hoy es tiempo de las hojas amarillas.
Le gusta el otoño, algo melancólico, pero que regala tanta luz, reflejada en esos doradas hojas que vislumbro a través de los cristales. También  es propicio para el recuerdo. Quizá porque ella  está en el  tiempo en que algunas de sus vivencias ya toman ese color significativo, como el del papel antiguo.
Estos días, han sido muchos los recuerdos  que a su cabeza han vuelto, que creía ya guardados en el baúl de su memoria, tras otros que fueron ocultando aquellos. Pero los acontecimientos, como un terremoto, han revuelto esos estratos, haciendo que volvieran a surgir en sus pensamientos.
Primas hermanas....siempre el segundo término prevaleció sobre el primero.
Ya sabe que no tendrá la oportunidad de que ella  lea las palabras que va escribiendo en su pequeño cuaderno de tapas negras,  de que ella sepa que, a pesar de las circunstancias en que la vida las fue colocando, y cuando su corazón se encoge pensando que la distancia ya se hará definitiva y para siempre, el recuerdo de esa tarde en que las dos, tan pequeñas, tan inocentes, con toda su vida por delante, que entonces no era más que un hoja en blanco, con muy pocas líneas escritas, y que quedó plasmada en una fotografía en blanco y negro, en el parque de El Retiro,  se ha quedado tatuada en su alma para siempre.
Para ella el otoño tiene  el hielo del invierno en el corazón....




jueves, 8 de noviembre de 2012

Mil palabras, mil vidas...

Aunque en la superficie parecía moverse en las aguas tranquilas de una laguna, en su interior fluían  con la fuerza de un torrente contenido. El equilibrio externo, forjado en disciplina y en el sacrificio que conlleva conducir la propia voluntad, que a veces díscola, pugnaba por ir al propio albedrío, se rompía en el momento que una mirada, surgida de la curiosidad o simplemente de la emoción, afloraba a sus ojos.

Si no fuera porque la física lo impide, hubiera sido el ideal descubridor de la cuadratura del círculo, por aquello que de simetría y orden tiene el tal polígono, aunque su imaginación  se perdiera en las redondeces de ciertas pupilas. Apóstol de la correción formal, gustaba de señalar ciertas faltas y defectos, ya que enseñar al que no sabe seguía siendo una obra de caridad, aunque, en ocasiones, ese afán de perfección no fuera recibido con el mismo entusiasmo por parte del corregido, quien no acababa de ponderar la importancia de una coma mal colocada en el devenir del universo.

Y no obstante, esa contradicción entre lo que pensaba y lo que sentía y que, a veces, le hacía obrar como pensaba que debía sentir, no le inquietaba en exceso. Quizá porque sabía que todo lo que dentro de él bullía como la lava de un volcán terminaría por brotar en las líneas escritas. Por eso era escritor, para contar en boca de otros aquellas emociones que se quedaban tras la sonrisa esbozada o la mirada tímida pero descarada, más explícitas que mil palabras, y así poder vivir mil vidas con que afrontar una existencia vestida con lo cotidiano.

Sed  felices.

martes, 6 de noviembre de 2012

El bien más preciado

Dicen que los dioses, reunidos en el Yggradsil y hartos de las quejas de los humanos, a los que habían colmado de dones y de privilegios sobre otras criaturas de la creación, decidieron darles un escarmiento.

Para ello llamaron a los gnomos y les encargaron que escondieran el bien más preciado, la Felicidad, en el lugar más recóndito, para que así, los hombres y las mujeres, tuvieran que esforzarse en encontrarla.

La siguiente cuestión a dilucidar sería en donde ocultarla.

La diosa Hela, cuyo dominio estaba en el lo más subterráneo, en el noveno mundo, debajo del Árbol sagrado, sugirió enterrar la Felicidad lo más profundo que se pudiera, para que de esa manera, quienes quisieran encontrarla tuvieran que trabajar duro para ello.

 Fregg, la clarivendente, y esposa de Odín, manifestó que el lugar mejor sería en lo alto de los abetos más altos del más arcano bosque. También así, la humanidad tendría que empeñarse en su búsqueda.

Otras opiniones  fueron a su vez aportadas: hundida en el fondo del mar,  colgada en las  nubes, al borde del fin del mundo...,  y todo ello en medio de  una gran algarabía.


Entonces se oyó la voz de Odín, padre de los dioses, sobre todas las demás:

- Todos esos lugares serían posibles, pero lo que haremos será guardar la Felicidad en el interior de cada hombre, de cada mujer. Y así, solo aquellos que sean capaces de mirar en si mismos, de buscar dentro de su corazón, podrán obtenerla.

Así me lo contaron, así os lo cuento.

Sed felices.



domingo, 4 de noviembre de 2012

Amor donado

A veces, entre las noticias que se desgranan en los telediarios, y ocultas entre la información económica y la deportiva, aparecen historias que enternecen y llenan mis depósitos, a veces en reserva, de la confianza en el ser humano.

Noticias como la que cuenta que una mujer china que ha donado un trozo de su hígado a su ex marido, quien hubiera muerto si no llega a ser transplantado. De por sí, el hecho es digno de admiración, habida cuenta de que se trataba de una relación acabada. Pero, además, la maravillosa acción de esta mujer ha ido más allá pues al prohibir la legislación china la donación a no familiares, tuvo que volver a contraer matrimonio con el enfermo para salvarle la vida.

Cuando lo oí, no pude por menos que pensar que hechos le llevaron a la ruptura. La infedelidad, la incompatibilidad de caracteres,  el que el amor se acaba....  Si siempre digo que no hay mayor acto generosidad que la de quien se da a sí mismo, en este caso es textual, porque esta mujer dió parte de su cuerpo en un acto enorme de solidaridad a quien, supuestamente, ya no estaba unida. ¿Cuántos de nosotros, que no dejamos de proclamar y de exigir seríamos capaces de una acción así? Visto lo visto.....



Espero y deseo que esta historia tenga el final más feliz que se espera. Y, con esa vena romántica que a veces me sale, pienso que, quizá, al tiempo que ese pedacito de víscera vaya creciendo y realizando sus funciones, crezca de nuevo el amor en esa pareja, a la que, a quienes tal vez la vida les haya dado una segunda oportunidad.


Sed felices



viernes, 2 de noviembre de 2012

Sobre defectos y culos

A veces los defectos son como el culo, que solo nos  lo pueden ver los demás.

Extraña reflexión, pensarán mis lectores. Bueno, no tan rara. Si nos fijamos, es muy complicado vernos esa parte del cuerpo de una manera clara, so pena de ser la niña de El exorcista, y poder girar la cabeza hasta límites inhumanos. De eso sabemos mucho las mujeres cuando nos tenemos que probar pantalones y necesitamos ver si se ajustan de manera adecuada a nuestro trasero; por eso la mayoría de las veces pedimos opinión a otra persona- que suele ser amiga- que nos confirma o no como nos sienta.


Bien, pues con los defectos viene a pasar algo similar, sobre todo  en aquellos en que la autoestima está por encima de los máximos y a los que habitualmente les cuesta reconocer que, como todos los mortales, tienen sus carencias.

Claro que se podría pensar que cada uno es como es, y que para qué decir nada, si normalmente nadie va a cambiar. Pues, y siempre en mi opinión, señalar lo que no nos gusta de otros viene a cuento siempre que distorsionen la relación y que esa relación nos merezca la pena. En muchas ocasiones, en más de las que quisiéramos, acabamos poniéndonos cien veces amarillos, por no pasar el trago de decirle a alguien- y si nos importa, más- que no nos gusta algo que hace o como se comporta y lo mismo que con los pantalones, a  veces preferimos callar y permitir que quien nos pidió opinión vaya fatal, antes que decir que la prenda le hace un culo como un pandero o más bolsas que una  reunión de canguros.

Aunque, y eso es comprensible, para una cosa y otra hace falta delicadeza, cariño y sobre todo pensar que todos tenemos culo....y defectos.

Sed felices.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Conjuro



Anoche, al filo de la madrugada que abre la celebración de los difuntos, buscaba por Internet algún tema relacionado y que me sirviera para hacer este artículo. En mi retina se amontonaban vampiros, hombres lobo, monstruos de todas clases y antiguos conjuros, que invocan a los espíritus del Más allá. Uno llamó mi atención. Contaban que había sido encontrado, escrito en un pergamino dentro de un nicho que tenía todo el aspecto de haber sido una tumba, entre las ruinas de una pequeña ermita desacralizada de aspecto medieval  ubicada en una localidad de la sierra madrileña.  La burbuja inmobiliaria había tomado posesión de esos terrenos, y en el mismo sitio en donde reposaban esos restos, actualmente se había levantado una pista de paddle, que jamás se ha podido usar, pues unas extrañas raíces crecen bajo la pista, levantándola e impidiendo utilizarla para su fin, a pesar de que no hay árboles en su entorno.
El pergamino se había entregado al Archivo Histórico para su estudio y catalogación, pero  alguien lo había subido a Youtube, y mediante una presentación de Power Point, se visualizaba. Sentí curiosidad y la abrí. Empezó a sonar la música sepulcral de un canto gregoriano, que acompañaba mi lectura, en voz alta, de las palabras en latín que se mostraban ante mis ojos.  Llegué a la frase final:
-Venite ad me inferis, et aeternum da mihi potestatem et dabo mihi anima mea, Domino Inferi.
(Ven a mi, desde el Averno, y dame el poder eterno a cambio de mi alma, Señor de los Infiernos.)
- Bueno-pensé- vaya tontería. 
Cerré el navegador y me dispuse a redactar la entrada para este artículo, cuando me pareció oír que murmuraban mi nombre: Elena…. Elena… El poder la sugestión en estos casos es alucinante. Abrí el Word y empecé a escribir. Dos párrafos llevaba  cuando volví a oír mi nombre, susurrante: Elena… Elena, y  sentí un viento helado en la nuca.
Una ventana mal cerrada- me dije a mi misma, en un intento de racionalizar las sensaciones. Y me levanté a revisar las contraventanas, comprobando que ninguna estaba abierta.
Entonces, cuando volví a mi silla y miré a la pantalla, no pude dar crédito a lo que veía, mientras se me secaba la boca, un sudor frío perlaba mi frente y todo mi cuerpo temblaba sin control.
Todo escrito había desaparecido,  y en su lugar  solo había dos frases, teñidas de rojo, como la sangre, mientras la pantalla se había fundido en negro:

ME HAS LLAMADO
AQUÍ ESTOY

¡Feliz noche de difuntos!

lunes, 29 de octubre de 2012

Miedo

Un poco arrastrada por estas fechas que nos empujan a las celebraciones de los difuntos, escribo esta entrada.

Desde pequeña, el sentimiento del miedo tuvo en mi esa ambivalencia que muchos no entienden de placer y angustia, que me atraía poderosamente. Era cuestión de genes, pues en la librería de mi casa  tuve a mano muy pronto las historias de Edgar A. Poe, Henry James y las Leyendas de Gustavo Adolfo Becquer, que me trasladaban a mundos de fantasmas, conjuros y ánimas.

Con el tiempo, este gusto por las emociones literarias derivaron hacia el cine, y me convertí en una apasionada de las películas que te ponían los pelillos de punta y en las que la mitad de las escenas las veías a través de los dedos.

Misterios, terrores y miedos, jalonan mi memoria de lectora, desde los libros infantiles de Enid Blyton hasta mi última adquisición, todavía no leída, pero que me espera estos días de asueto, Cuerpos descosidos, de Javier Quevedo Puchal.

No tengo muy claro porque ciertas personas, o muchas personas, nos sentimos atraídas por este tipo de literatura, de situaciones, pero es así. No puedo remediar que me encante esa sensación de hormigeo por el estómago- es curioso, parecida a cuando estás enamorada- que me embarga ante un momento de intriga y misterio.

Con los años, este afán se me ha ido apaciguando, quizá porque  he comprendido que no es a los fantasmas o a los vampiros, ni siquiera a los asesinos locos con máscaras de cuero a quienes tengo que temer, sino a otros monstruos nacidos de quienes, aparentemente, mostraban una existencia placentera y, entre comillas, normal.

Hoy, los protagonistas de mis miedos son otros. Hoy, lo que me quita el sueño no se transforma en las noche de luna llena, porque utiliza otros medios, la televisión, la prensa, la radio, para infectar y transmitir su maldición. Hoy, lo que más me asusta se llama intolerancia, mentira, insolidaridad, desamor, que no esperan a ser convocados, porque pululan entre nosotros, sin esconderse tras sábanas blancas, pero sí arrastrando las cadenas de la sumisión del más débil. Hoy, los monstruos no chupan sangre, sino los derechos y la esperanza de muchos. Hoy, no hay cruces ni agua bendita que espante a esos demonios, porque precisamente, se amparan en ella.

Hoy, ha dejado de ser divertido pasar miedo.

Sed felices.


sábado, 27 de octubre de 2012

Pasar página

La vida es como un libro.

Sin lugar a dudas, este simil es uno de los más utilizados para simbolizar nuestra propia existencia. Un libro que se va escribiendo a lo largo de los años, y en el que podemos encontrar tragedias, comedias y dramas, y al que se van sumando personanjes mientras otros desaparecen.

Pero a veces, como pasa con la lectura de algunos libros, nos estancamos y no somos capaces de avanzar, en una especie de círculo vicioso en la que el argumento de ese capítulo se repite y se repite hasta la saciedad, y no encontramos su encaje en el resto del argumento.

Es el tan temido bloqueo del escritor, que no es ni más ni menos que la trasposición a la literatura de esa situación que se da en la propia vida, cuando nos encontramos ante algo que nos lastra, que nos impide avanzar, que nos sujeta y que nos está costando resolver.

Y lo mismo que haríamos  si estuviéramos escribiendo una historia, es recomendable ponderar hasta que punto  esa situación, esa persona, tiene un peso específico en el resto de la trama, o de que manera nos está distorsionando el resto de nuestro argumento. Si concluimos que su presencia es negativa y, además, nos está impiendo avanzar, lo más conveniente es un cierre de ese capítulo , aunque no sea muy brillante y seguir adelante.

Pasar página, y ante el folio en blanco, libre del peso de solucionar un conflicto que nos quita energía, retomar la historia y hacer un giro en el guión.

Al fin y al cabo, se trata de nuestra vida y somos nosotros quienes decimos con quien queremos vivirla y de que manera.

Sed felices.



jueves, 25 de octubre de 2012

Conócete, motívate, supérate.



Hace cinco meses, Javier Clavero me pidió que prologara su libro Conoceté, motivaté, superaté y conocerás el triunfo. Hoy os dejo este prólogo y os animo a conocer esta publicación.


"Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto." (Henry Ford)


Estimado lector, estimada lectora, el libro que tiene entre sus manos no es un libro de autoayuda más, en el que nos den unas pautas generales para superar las dificultades y los problemas en nuestra vida personal o profesional, en esta época convulsa en la que parece que todo se ha derrumbado. El libro que se dispone a leer es un camino que le abrirá los ojos, que le enseñará como avanzar en la construcción de uno mismo, para que a partir de ello, alcance sus metas y logros.
Para ello, Javier Clavero, su autor, ya nos indica en el propio título cuales son las tres patas en las que nos vamos a apoyar. Y esos tres puntales van a ser: el conocimiento de uno mismo, la motivación y la propia superación de aquello que nos lastra y nos impide seguir hacia delante.
A lo largo de la Historia, la Humanidad siempre se ha enfrentado al enigma del propio ser humano. Nada hay para un hombre o una mujer más complicado que el conocerse a si mismo, hacer ese viaje interior que a veces nos descubre aspectos que no nos gustan de nosotros, pero que si no tomamos contacto con ellos, si no los asumimos, muy difícilmente podremos superarlos. Estamos en la Era de los conocimientos, en el siglo XXI y todavía tenemos miedo a saber como somos.  Como nos explica el autor, muy difícilmente encontraremos la seguridad en nosotros mismos, elemento fundamental para triunfar, sino somos capaces de bucear, de sumergirnos en nuestro interior y de conocer lo que somos.
Y ese autoconocimiento ¿qué nos aporta? Algo fundamental, sin lo que seremos incapaces de empezar a movernos: la motivación. Es muy difícil llegar a unos resultados positivos sino existe ese elemento, que al igual que el combustible en un vehículo, nos empuja a llegar a nuestros objetivos. Muchos son los proyectos que, teniendo casi todo el viento a favor han fracaso por que faltaba lo principal, la motivación de su protagonista. Y para que ese “motor” funcione, tenemos que estar a gusto con lo que hacemos, nos dice Javier Clavero. Es cierto. En una sociedad en la que lo material tiende a sustituir los  valores, el fracaso en ocasiones es el resultado de ejercer una actividad que no nos convence, que no nos llena, y eso produce frustración. Aquello que hacemos nos debe ilusionar y tenemos que vivir con pasión todo aquello que nos proponemos.
Por ello, si conseguimos que la motivación impulse nuestra actividad, seremos capaces de superarnos y de superar las dificultades que nos vayamos encontrando, porque nos habremos preparado para ello, incluso para percibir el fracaso no como algo negativo, no como el fin último, sino como el síntoma de que no hemos tomado el camino correcto y que debemos corregirlo.
Conocimiento, motivación, superación…. Y por el último el triunfo, al que llegaremos habiendo recorrido el proceso con constancia, con tesón, con honradez y con empatía hacia los demás.
Por ello he querido encabezar este prólogo con una frase del famoso industrial Henry Ford, que tiene un significado muy explícito y que viene a resumir el mensaje que encontrarán en este libro: la capacidad de hacer está en cada uno de nosotros y si queremos, podremos, al igual que, si nos consideramos incapaces, no habrá nada que hacer. Nosotros tenemos la decisión.
No me resta más que agradecer la confianza que Javier Clavero ha depositado en mí al permitirme abrir su obra con este prólogo y asegurarle a usted, como lector o lectora, que cuando llegue a la última página habrá aprendido de una manera amena y cercana como el triunfo está más próximo de lo que piensa.
¡Qué  lo disfrute!